Un estudio realizado por investigadores británicos y españoles da cuenta de las modificaciones que han sufrido los ojos de los topos por vivir bajo tierra. La investigación, que publica sus resultados en BMC Biology, ha consistido en realizar el primer estudio molecular del proceso del desarrollo del cristalino en un animal subterráneo. Se trata del topo ibérico (Talpa occidentalis) que, a diferencia de otros topos europeos, tiene los ojos permanentemente cerrados. Los investigadores, de las universidades de Aberdeen y Granada, explican que los defectos internos del ojo del animal no son el resultado de una enfermedad degenerativa, sino que se producen porque el desarrollo de las fibras del cristalino, que comienza de forma normal, no se completa.