Los organismos marinos que crecen en los bajos de los barcos siempre han sido un estorbo para la labor de los marineros. Un equipo de investigadores de la Universidad de Linköping, en Suecia, ha diseñado una superficie que evita con hidrogeles químicos que crezcan las larvas de percebe (Semibalanus balanoides), y que podría sustituir a las pinturas tóxicas que se usan hoy en día. Los científicos monitorizan cómo se mueven estas larvas, "los polizones más famosos del mar", para adherirse a los barcos y reproducirse. Su método, basado en los momivimientos electromagnéticos que las olas generan en la superficie del barco y el mar, puede detectar cambios ópticos mínimos. Un barco que tiene su casco lleno de conchas pegadas se mueve más lento y usa más fuel. "Ahora la idea es encontrar otros lugares donde las larvas puedan reproducirse el resto de su vida", explica Tobias Ekblad, autor de la tesis doctoral que ha difundido la plataforma sueca Expert Answer, e investigador asociado del proyecto europeo AMBIO.