Hace unos 370.000 años, la mayoría de los animales que vivían cerca de Atapuerca caían por agujeros en la superficie de las cuevas y morían. Los homínidos entraban en las cavidades con herramientas para descuartizar y llevarse la carne, y dejaban los restos. De ahí que se hayan encontrado, de forma puntual, bóvidos, ciervos y caballos. Una de las sorpresas en la excavación de la Gran Dolina es el hallazgo de cerca de 50.000 huesos de bisontes en el mismo nivel.
“Hemos encontrado una especie de campamento muy especializado en la caza de bisontes. Esto sin lugar a dudas responde a una estrategia muy selectiva por parte de los grupos humanos que ocuparon este lugar, porque no hay otros restos de animales. Lo más común es encontrar algún bisonte, algún rinoceronte o algún león”, explica a SINC Andreu Ollé, investigador de la Universidad Rovira i Virgili y uno de los dos responsables de este yacimiento.