Un equipo internacional de astrónomos encabezado por Oliver Krause, del Instituto Max Planck de Astronomía (Alemania), ha usado los ecos de luz como una máquina del tiempo para desenterrar los secretos de una explosión estelar o supernova, que se divisó desde la Tierra hace más de 400 años. Los científicos han utilizado una nube galáctica como si se tratara de un "espejo" interestelar, y han analizado la misma luz que pasó por la Tierra en el siglo XVI. Así han determinado por primera vez el tipo exacto al que perteneció aquella explosión. El Observatorio de Calar Alto, en Almería, ha contribuido al descubrimiento de este remanente de supernova, según se publica en el último número de la revista Nature.