Los electrodos usados en el Laboratorio Eléctrico Sánchez, durante la primera mitad del siglo XX, siguen sorprendiendo por sus variadas formas y aplicaciones. los hay preparados para aplicar en el interior de la nariz, de la vagina, del recto o para actuar sobre los párpados, los dientes, la garganta o la trompa de Eustaquio. Se usaban para múltiples aplicaciones médicas basadas en corriente de alta y baja intensidad, para tratamiento de mialgias, artritis, úlceras de córnea o hemorroides.