Un estudio realizado por investigadores australianos ha descubierto el secreto de la destreza cazadora de los dragones de Komodo. Este reptil carnívoro, habitante de Indonesia, suele morder a sus presas y luego las libera, esperando a que se desangren por sus heridas. Finalmente, les da el golpe de gracia y se las come. Hasta ahora, los científicos pensaban que el dragón se valía de unas bacterias que tiene en su boca para infectar a sus presas, pero el equipo de Brian Fry, de la Universidad de Melbourne, ha demostrado que la clave reside en la mortífera combinación de dientes y veneno del reptil. Así, el dragón posee unas glándulas en su boca que contienen una toxina venenosa, similar a la de muchas serpientes, que provoca en sus víctimas una pérdida importante de presión sanguínea al impedir que coagule la sangre y ensanchar los vasos sanguíneos. De este modo, la presa queda en estado de shock, lista para que el dragón la devore.