El fósil de una cría de Rapetosaurus krausei del Cretácico superior, hallado en Madagascar, revela que este dinosaurio saurópodo, que podía alcanzar hasta los 15 metros de longitud en la edad adulta y pesar tanto como un elefante, nacía de un huevo más pequeño que un balón de fútbol, crecía rápidamente y se protegía a sí mismo sin apoyo parental significativo después del nacimiento. Estos animales vivieron en un ecosistema seco, lo que en última instancia fue una de las causas de su desaparición.
El análisis del nuevo fósil de este dinosaurio, el único saurópodo titanosauriano gigante conocido, indica que en el momento de la eclosión del huevo estos seres vivos pesaban unos 3,4 kg. Lo sorprendente es que en tan solo unas semanas ya alcanzaban los 40 kg y los 35 centímetros de altura hasta la cadera, según publica la revista Science.
Hasta ahora se sabía muy poco sobre esta especie en el momento de su salida del cascarón. El equipo de científicos, pertenecientes a varias universidades estadounidenses, estudió los fósiles de un individuo que murió (probablemente por inanición) entre los 39 y los 77 días de vida.
Los investigadores utilizaron la histología de los tejidos óseos y tomografías computarizadas para entender su patrón de crecimiento que consideran muy precoz. Basándose en la compactibilidad de sus huesos, los autores afirman que las extremidades de este dinosaurio se mantuvieron similares en su forma durante el tiempo que vivió.
Esto contrasta con otros grupos de dinosaurios, como los terópodos y los ornitisquios, cuyos miembros varían en tamaño entre el nacimiento y la edad adulta. Existen pruebas que sugieren que, en estos casos, el cuidado parental era de gran importancia. Esto lleva a plantear a los científicos la posibilidad de que las crías de R. krausei hayan sido relativamente independientes desde su nacimiento, en comparación con otras especies.