Investigadores del CSIC han descubierto que el virus de la bursitis infecciosa, considerado por la comunidad científica un fósil viviente , presenta una estructura insólita: su cápsida, el contenedor del material genético del patógeno, es más grande de lo que necesitaría para sobrevivir en su viaje entre infectado e infectado. El estudio, que aparece publicado en el último número de la revista PNAS , explica que el virus se sirve de su tamaño para aumentar su capacidad infectiva. Además, las dimensiones de su cápsida le habrían permitido evolucionar hacia modelos virales más complejos, lo que le convierte, según los autores, en un “eslabón perdido” entre las diferentes familias de virus y en un valioso objeto de estudio de su evolución.