Protagonistas durante mucho tiempo de pesadillas y leyendas populares, los hombres lobo no murieron por un disparo de una bala de plata, sino por un simple libro. Fue la publicación de El origen de las especies de Charles Darwin y su revolucionaria teoría de la evolución la que provocó que los licántropos fuesen desapareciendo de historias y relatos. Su lugar fue ocupado por un tipo de monstruo mucho más acorde desde el punto de vista evolutivo: el Yeti o Bigfoot, un híbrido entre hombre y primate.
Éste es el argumento que defiende Brian Regal, profesor de historia de la ciencia en la Universidad Kean de Nueva Jersey (EEUU), en la tesis que presentará en el Encuentro Anual de la Sociedad de Historia de la Ciencia en Leicester, Reino Unido. “La difusión de la idea de la evolución ayudó a acabar con el hombre lobo porque un híbrido entre humanos y canes no tiene sentido desde el punto de vista evolutivo”, señala Regal. “El híbrido entre hombre y primate, sin embargo, no sólo es aceptable desde un punto de vista evolutivo, sino que es la base de la evolución humana”.