Los primeros tiranosauroideos vivieron hace unos 170 millones de años y solo eran un poco más grandes que un ser humano. No obstante, unos 100 millones de años más tarde (finales del Cretácico), los tiranosáuridos como el Tyrannosaurus rex habían evolucionado hasta convertirse en animales de más de siete toneladas.
Hasta ahora se sabía poco acerca de cómo estos tiranosaurios (género al que pertenece el T. rex) se convirtieron en depredadores gigantes e inteligentes. Los restos hallados en el desierto de Kyzyl Kum (Uzbekistán) y publicados en PNAS describen una nueva especie, Timurlengia euotica, el eslabón perdido que explicaría cómo el T. rex se convirtió en el rey de los dinosaurios.
T. euotica vivió hace unos 90 millones de años –entre el tiranosáurido más antiguo y pequeño del Cretácico inferior y los gigantes tiranosaurios de hace unos 66 millones de años–, era del tamaño de un caballo y pesaba alrededor de 250 kilos. Su cráneo era más pequeño que el de los tiranosaurios, pero su cerebro y sus sentidos estaban tremendamente desarrollados, lo que demostraría que los tiranosáuridos desarrollaron su gran tamaño muy al final de su historia evolutiva.
“Primero desarrollaron el cerebro y luego crecieron hasta ser enormes como el T. rex; tuvieron que ser inteligentes antes de convertirse en gigantes”, ha declarado Steve Brusatte, de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) y autor principal del trabajo.