Investigadores de la Universidad de Valencia han analizado las micotoxinas que producen algunos hongos microscópicos en la cerveza y en frutas desecadas, como los higos y las pasas, confirmando que estos productos cumplen con la normativa alimentaria. Solo en el caso de personas que beban volúmenes muy elevados de cerveza, por encima de un litro diario, las cantidades de estas toxinas pueden llegar a ser significativas.