11 de abril, Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson

Vivir a cámara lenta

Utilizar los cubiertos, afeitarse, atarse los cordones o abrocharse la ropa son tareas sencillas para cualquier persona, pero no para quienes han sido diagnosticados de párkinson. Con motivo de la celebración, el próximo 11 de abril, del Día Mundial de la enfermedad, médicos y pacientes demandan más investigación, atención y divulgación para este trastorno neurodegenerativo, que provoca deficiencias motoras y afecta ya a más de 100.000 personas en toda España.

El sábado se celebra el Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson
El sábado se celebra el Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson. Foto: SINC.

Parálisis agitante. Ése fue el nombre que le dio James Parkinson a la enfermedad que acababa de descubrir allá en 1817. Posteriormente, y en honor a su descubridor, pasó a denominarse enfermedad de Parkinson, un trastorno neurodegenerativo que se caracteriza por temblor, bradicinesia (lentitud en los movimientos) y rigidez creciente en los músculos. A estos síntomas se pueden unir otros no relacionados con los trastornos motores como la ansiedad, la depresión, brotes psicóticos, trastornos sexuales, falta de control de impulsos, problemas de memoria, sudoración, pérdida de olfato o sialorrea (excesiva producción de saliva).

El próximo 11 de abril se celebra el Día Mundial del Párkinson bajo el lema ‘Párkinson: mejor todos juntos’, con el que se pretende fomentar el conocimiento de esta enfermedad que, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad de 2003, padecen más de 100.000 personas en España y cerca de cuatro millones en todo el mundo. Aun así, se estima que puede haber más de 30.000 personas sin diagnosticar, ya que en la actualidad no existe ningún estudio epidemiológico sobre esta patología.

“Queremos dar a conocer el abandono que muchas administraciones muestran con el párkinson”, explica Joana Gabriele, directora del Foro Español de Pacientes. “Ninguna enfermedad merece viajar en segunda clase si puede viajar en clase preferente. Esto supondría mejorar no sólo la calidad de vida del paciente y de sus familiares, sino la calidad referida a la capacidad funcional”.

El párkinson, que aqueja igual a hombres y a mujeres, sin sesgos geográficos o raciales, es más frecuente en las personas mayores, aunque afecta a un rango de edad que varía entre los 40 y los 70 años. Una de cada mil personas en todo el mundo sufre párkinson (si bien algunos estudios sugieren que la prevalencia podría duplicar estas cifras), lo que la convierte en la segunda enfermedad neurodegenerativa en ancianos.

“Hacer la compra o cruzar la calle se puede convertir en un problema para un enfermo de párkinson”, comenta José Luis Molero, presidente de la Federación Española de Párkinson y afectado por la enfermedad. “Por ello, consideramos necesaria la realización de un estudio epidemiológico actualizado y de una red nacional de centros de referencia especializados en trastornos del movimiento que homogeneice el acceso a los tratamientos en España”.

Uno entre mil

La enfermedad de Parkinson es una degeneración crónica y progresiva de los ganglios basales, las estructuras neuronales encargadas de la coordinación del movimiento, el equilibrio, el mantenimiento del tono muscular y la postura. El principal neurotransmisor de estas neuronas es la dopamina, cuyo déficit es un rasgo común en las personas que padecen esta enfermedad.

Los investigadores todavía no han encontrado la manera de prevenir o curar el párkinson, aunque afortunadamente los síntomas de la enfermedad responden bien al tratamiento médico. “Hasta que se descubra un tratamiento curativo, disponemos de muchísimos fármacos que, combinados adecuadamente e individualizando el tratamiento, pueden mejorar mucho la calidad de vida de las personas”, comenta María José Catalán, del Servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

La mayor parte de los estudios se han hecho sobre el desarrollo de los denominados fármacos “dopaminérgicos”, con los que se pretende reemplazar la dopamina perdida, imitar la acción de este neurotransmisor o detener su destrucción. El medicamento fundamental, la levodopa, considerado desde hace casi 40 años como la piedra angular en la terapia de la enfermedad de Parkinson, puede producir problemas a medio plazo, que a veces pueden interferir más que la falta de dopamina en el cerebro. Existen también fármacos que no repercuten directamente sobre la dopamina, aunque no son tan eficaces.

Otra alternativa eficaz son las intervenciones quirúrgicas. Aunque, según Catalán, “esta cirugía sigue siendo un tratamiento sintomático, exactamente igual que la levodopa, pero técnicamente más complejo. Las únicas técnicas más esperanzadoras son los implantes de células madre o tejido mesencefálico fetal, pese a que todavía se requiere mucha investigación y tiempo para ver las consecuencias”.

Últimas investigaciones en España

Desde técnicas de fisioterapia, logopedia o musicoterapia hasta la creación de nuevos fármacos para hacer más lenta la progresión del párkinson. En España se están haciendo estudios en los distintos campos de la enfermedad. SINC muestra tres de las últimas investigaciones que se han desarrollado desde las instituciones españolas más especializadas, centradas en el diagnóstico y tratamiento del párkinson.

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Validan un índice que muestra el índice de gravedad para la enfermedad de Parkinson

Este estudio intenta ofrecer información adicional sobre las propiedades psicométricas del Índice de Impresión Clínica de Gravedad para la enfermedad de Parkinson (CISI-PD), en una extensa muestra, diversa, multicultural, internacional. En el estudio participaron 614 pacientes con enfermedad de Parkinson.

Además del CISI-PD se aplicaron las siguientes evaluaciones: estadiaje de Hoehn & Yahr (HY), las escalas SCOPA-Motor (escala de evaluación de los trastornos motores en la enfermedad de Parkinson), SCOPA-COG (escala de evaluación del trastorno cognitivo en la enfermedad de Parkinson) y SCOPA-PS (escala de evaluación de los trastornos psicosociales en la enfermedad de Parkinson), la Escala de puntuación de multimorbilidad-geriátrica (CIRS-G) y la Escala hospitalaria de ansiedad y depresión.

La puntuación CISI-PD total no mostró efecto suelo ni efecto techo. El índice alfa de consistencia interna fue 0,81, el coeficiente de correlación intraclase de la repetición de la prueba resultó 0,84 y el índice de homogeneidad fue 0,52. El análisis factorial, exploratorio y confirmatorio (CFI = 0,99, RMSEA = 0,07), confirmó la estructura unifactorial del CISI-PD.

El CISI-PD mostró una validez convergente adecuada con SCOPA-COG y SCOPA-Motor (rS= 0,46-0,85, respectivamente) y validez discriminativa para los estadios HY y períodos de duración de la enfermedad (P < 0,0001). En un modelo de regresión múltiple los principales predictores del CISI-PD fueron SCOPA-Motor, duración de la enfermedad y depresión.

Los resultados obtenidos no solamente fueron comparables, sino que ampliaron los obtenidos en el estudio de validación preliminar, demostrando que el CISI-PD es un instrumento válido para medir la impresión clínica de gravedad en la Enfermedad de Parkinson. Su simplicidad y facilidad de aplicación lo convierten en una herramienta atractiva y útil para la práctica clínica y la investigación.

Se confirma la relación entre el temblor esencial y la enfermedad de Parkinson

Desde hace mucho tiempo, en la literatura científica se ha sugerido una relación entre el temblor esencial (TE) y la enfermedad de parkinson (EP). Sin embargo, el riesgo de incidencia de EP no ha sido cuantificado en casos de TE comparados con controles.

El objetivo de este estudio fue estimar el riesgo de incidencia de la EP en un estudio de cohortes poblacional en el que participaron 3813 personas de avanzada edad (incluidos casos de TE y controles) en la región central de España.

Tras una mediana de 3,3 años, 12 (5,8%) de los 207 casos de TE desarrollaron parkinsonismo en comparación con 56 (1,6%) de los 3606 controles (riesgo relativo (RR) ajustado 3,47; IC 95% 1,82 a 6,59; p<0,001). Seis (3,0%) de 201 casos de TE desarrollaron incidencia de EP frente a 24 (0,7%) de los 3574 controles (RR ajustado 4,27; IC 95% 1,72 a 10,61; p=0,002).

Los resultados mostraron que los pacientes con TE tenían cuatro veces más probabilidades que los controles de desarrollar incidencia de EP durante el seguimiento prospectivo. Estos datos confirman y empiezan a cuantificar la relación entre estas dos enfermedades.

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El párkinson provoca una alteración temprana del aprendizaje visuoespacial

Pese al hecho de que en la enfermedad de Parkinson (EP) se han encontrado diferentes alteraciones en procesos mnésicos, la capacidad de aprendizaje espacial continúa sin ser objeto de estudios.

Los objetivos de esta investigación fueron evaluar la capacidad de aprendizaje visuoespacial y verbal en pacientes con párkinson sin demencia (N=20), y analizar la influencia de la velocidad de procesamiento, la atención, la memoria de trabajo y la percepción visuoespacial.

En comparación con los controles (N=20), los pacientes con EP rindieron significativamente peor en Localización Espacial, Juicio de Orientación de Líneas (JOLT) y 8/30 SRT. No se hallaron diferencias entre pacientes y controles en el resto de funciones evaluadas. El análisis de regresión mostró que el rendimiento de la Localización Espacial y el JOLT explican el 58,2% de la varianza del aprendizaje espacial total.

Los datos sugieren una alteración temprana de la memoria de trabajo espacial y de la percepción visuoespacial. El deterioro del aprendizaje visuoespacial puede ser consecuencia de un déficit primario de estas funciones.

Estos resultados sugieren una afectación total de los procesos visuoespaciales que puede ser originada por disfunción de los circuitos córtico-estriatales que incluyen tanto al córtex prefrontal como al córtex parietal posterior.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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