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Patentes, proteger el conocimiento

Un contenedor de basuras adaptado para personas con discapacidad, un software para fusionar ficheros informáticos, un instrumento para evaluar la calidad óptica del ojo... Éstos son algunos ejemplos de éxito de los numerosos inventos realizados en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Tecnologías creativas preparadas para saltar al mercado. Productos innovadores que aportan valor a la sociedad.

La UPC tiene numerosos ejemplos de éxito de inventos patentados, un valor añadido a los resultados de la investigación
La UPC tiene numerosos ejemplos de éxito de inventos patentados, un valor añadido a los resultados de la investigación

En el último año, la UPC ha obtenido 45 patentes —33 nacionales y 12 internacionales— y 10 licencias de uso. Es la universidad puntera en Cataluña y una de las tres primeras del Estado español con respecto al número de patentes, lo que demuestra el talento creativo, la capacidad de innovación y la calidad de la investigación de los grupos investigadores. Se trata de un hecho significativo si se tiene en cuenta que España, aunque tiene un índice de producción científica bastante saludable, es un país con poca tradición en la protección de los resultados de la investigación y que está muy por debajo de la media europea por lo que se refiere a obtención de patentes.

En los últimos cinco años, las patentes internacionales en la UPC se han cuadruplicado. Sin embargo, la comunidad investigadora tiende a considerar que es innecesario proteger los resultados de la investigación. “Quizá por falta de tradición, quizá porque creen que todo el mundo hace como ellos (cosa que evidentemente es falsa) o porque ven muy lejos su posible aplicación”, opina el investigador Ramon Pallàs, miembro del Departamento de Ingeniería Electrónica y profesor de la EPS de Castelldefels.

“Los investigadores tenemos más en mente la idea de publicar y participar en congresos. Quizá nos falta creernos que hemos hecho una buena investigación y que es patentable", dice José Rodellar. Una de las últimas patentes solicitadas por la UPC es la de este investigador, junto con Mohammed Ismail y Fayçal Ikhouane, los tres del Departamento de Matemática Aplicada III.

El equipo ha diseñado un dispositivo de aislamiento sísmico que sirve para reducir los efectos negativos de los movimientos sobre un objeto soportado. El sistema tiene aplicación “a gran escala, en la reducción de los movimientos inducidos por terremotos u otras fuentes de vibraciones en edificios o puentes, y, a pequeña escala, en la protección de equipos sensibles a los movimientos, como quirófanos, piezas de museo, máquinas e instrumentos de precisión y otros elementos,” explica Rodellar.

Ramon Pallàs reconoce que “al investigador académico le es más fácil aprender a escribir buenos artículos, porque lee continuamente, que aprender a redactar patentes, que a menudo desconoce del todo”. Otra razón de que exista esta falta de tradición de patentar es, según él, que “la aportación científica de una patente no es sometida al mismo tipo de valoración que un artículo publicado en una revista científica de prestigio y, por lo tanto, es menos valorada académicamente”.

En esta línea se manifiesta Antoni Gelonch, del Departamento de Teoría de la Señal y Comunicaciones: “El proceso de patentar es complicado y caro si quieres tener un cierto recorrido." Este profesor de la EPS de Castelldefels lamenta que el sector empresarial del país "no muestre mucho interés por ver qué se hace en las universidades. Muchas veces es el mismo investigador el que tiene que desarrollar todo el proceso: aportar la idea, trabajarla, seguir la burocracia de definir la patente y, después, intentar convencer a una empresa de que apueste."

Gelonch es uno de los investigadores que ha solicitado una patente en 2008, en su caso sobre un algoritmo para gestionar recursos de computación en sistemas multiprocesadores que tienen restricciones de tiempos reales. "Está pensado para sistemas que trabajan con unos cuantos procesadores que deban dar una respuesta en un tiempo determinado, como los equipos de las estaciones base de los sistemas móviles", explica.

En los últimos tres años la UPC ha firmado 18 convenios con empresas para explotar —mediante una licencia o una cesión patrimonial— patentes desarrolladas en la Universidad. Esta cifra se considera bastante apreciable si se compara con la media de otras universidades del país, según Albert Casals, de la Oficina IPR (Intellectual Property Rights) de la UPC, y Jaume Julibert, del Centro de Transferencia de Tecnología.

Pero no todo el mundo tiene el mismo punto de vista. Para el profesor Joaquim Lloveras, del Departamento de Proyectos de Ingeniería, es difícil que las patentes de la investigación se exploten y den como resultado un producto. “Harían falta emprendedores y capital de riesgo para poner en marcha algunas patentes realizadas. Es más fácil que a raíz de un convenio con una empresa salga un producto innovador que se pueda situar en el mercado", afirma. Un ejemplo reciente es el prototipo de contenedor de basuras adaptado para personas con discapacidad diseñado por este investigador y los estudiantes de la ETSEIB Joaquim Bayod y Ricard Carreras, que pronto sustituirá a los actuales contenedores de Barcelona, en total 23.000 unidades.

El nuevo modelo de contenedor 'Barcelona' se ha desarrollado a partir de un convenio con Ros Roca, la empresa que lo ha patentado.

Con respecto a acercar la investigación a las necesidades sociales, un invento que ha encontrado una aplicación en el mercado y que puede ser la clave del éxito de muchos fabricantes de electrodomésticos es el sistema que ha ideado Pallàs para medir la conductividad de líquidos con menos circuitos electrónicos y con el que se obtiene más información, un factor imprescindible en muchos procesos industriales. El nuevo método, del que ha solicitado una patente, puede ayudar a fabricar un lavaplatos que ahorre agua y energía.

Tecnología implantada

Aunque todavía es necesario avanzar con fuerza en la transferencia de conocimiento a las empresas, se va haciendo camino. En el ámbito de la informática, diferentes registros del cáncer en España —como los de Navarra, Aragón, las Islas Baleares y Canarias— utilizan, mediante una licencia de distribución, un software diseñado en la UPC. Se trata de DAURUM, que facilita la unión de múltiples ficheros y que estos registros utilizan para hacer un seguimiento exhaustivo del cáncer en los distintos hospitales de sus demarcaciones. La novedad de este software —creado y registrado por el grupo de investigación DAMA-UPC, del Departamento de Arquitectura de Computadores, y que se ha diseñado junto con el Plan director de oncología de Cataluña— es que ayuda a eliminar los duplicados de una base de datos y permite establecer procesos automáticos de fusión de ficheros.

Otra tecnología made in UPC ya implantada es el conjunto de software de reconocimiento de voz Speechdat II y SpeechDat Catalan, para redes de telefonía fija y móvil, creado y patentado por el Centro de Tecnologías y Aplicaciones del Lenguaje y el Habla (TALP). Este software hace que los instrumentos basados en sistemas de reconocimiento de voz, como los aparatos de manos libres para vehículos, puedan reconocer diferentes tipos de voz de edades o acentos distintos, y en condiciones muy variadas, como con ruido de fondo.

¿Por qué es necesario patentar?

Una vez se ha concebido la idea o el invento, es importante explorar la oportunidad de registrar la propiedad intelectual. De esta manera, se protege de cualquier copia la invención y se garantiza el derecho de utilizar, fabricar, comercializar y vender el producto. Los dos mecanismos que más se utilizan en la UPC son la patente y el copyright (para software, libros, música, planos o proyectos arquitectónicos).

Por otra parte, ésta es una forma más de dar un valor añadido a los resultados de la investigación, legar un elemento valioso a la sociedad y abrir nuevos campos a la innovación. Así lo cree Josep Lluís Larriba, que afirma que patentar “expresa el valor real que tiene la producción científica y hace que posteriormente la UPC reciba un retorno justo por la investigación que lleva a cabo”, o Antoni Gelonch, que señala que “es una manera de rentabilizar el esfuerzo hecho”. Además, "dado que las patentes sólo tienen sentido en el momento en que hay alguna empresa interesada en explotarlas, el proceso de evaluación de las posibilidades de una idea se convierte en el mecanismo que acerca la investigación a las necesidades reales de la sociedad", apunta.

El profesor Joaquim Lloveras también lo tiene claro: “Idealmente, tras la invención debe realizarse un prototipo y, una vez se ha visto cómo funciona y se han realizado las mejoras pertinentes, debe hacerse la patente." Por eso insiste en poder disponer “de un taller de prototipado bien montado en la UPC y un equipo de agentes de patentes que redacten las patentes y que se ocupen del seguimiento y la defensa".

Lloveras afirma que “los futuros ingenieros necesitarán ser más creativos para hacer innovaciones y conocer el mundo de las patentes e interactuar en él”. Si el tejido industrial del país quiere ser competitivo y contribuir a la innovación de productos cada vez mejores, es primordial “aumentar la fase de diseño y prototipado de productos”, afirma, “ya que la fase de fabricación ha pasado a realizarse en países con mano de obra barata o bien se ha robotizado”.

Todo en conjunto, cree, “da prestigio y ayuda a transmitir el mensaje de que la generación de conocimiento es una función básica de la universidad, además de la formación del estudiantado”. Asimismo, añade que “es una manera de transferir conocimiento y ayudar a crear riqueza, si existe una política de licencias coherente con el origen de los recursos que hacen posible la investigación”.

José Rodellar argumenta: “Así como las publicaciones dan valor a la investigación y la difunden en el contexto académico y científico, una patente puede dar impulso al desarrollo de buenas ideas conjuntamente con el mundo industrial con garantías de que el trabajo de los investigadores y de la universidad será valorado y protegido.”

Con respecto a las patentes internacionales, éstas son más difíciles de obtener y son más caras, por lo que se solicitan mucho menos. Algunos investigadores consideran que el coste de la patente internacional, teniendo en cuenta que recae directamente en el grupo de investigación o el investigador que la solicita, “representa un gran esfuerzo económico para éste”, como afirma Josep Lluís Larriba, del grupo DAMA-UPC.

La inversión es más probable si se garantiza que hay una empresa de ámbito internacional interesada en explotar el producto en el mercado global.

Proyección internacional

La UPC, que en 2008 obtuvo 12 patentes internacionales, puede presumir de casos de éxito con empresas importantes, como Lucent Technologies Inc y Panasonic Technologies Inc (Estados Unidos), SAAB Avionics (Suecia), Philips (Holanda) y Elda (Francia).

Una de las patentes internacionales que ha triunfado en los cinco continentes es el instrumento para evaluar la calidad óptica de la visión de manera objetiva, llamado Optical Quality Analysis System (OQAS). Este producto, desarrollado por el Centro para el Desarrollo de Sensores, Instrumentación y Sistemas (CD6), en el Campus de Terrassa, lo comercializa Visiometrics, SL, una spin-off surgida de la Universidad.

El estudiantado también inventa

Los proyectos de fin de carrera son una magnífica plataforma académica para la innovación. El estudiante Jesús Sánchez, de la ETS de Ingenierías Industrial y Aeronáutica de Terrassa, ha creado una innovadora escalera mecánica especialmente adaptada para personas con movilidad reducida o con discapacidad auditiva o visual. Se está tramitando la solicitud de patente del proyecto, que ha sido dirigido por el profesor David Huguet y premiado por el Colegio de Ingenieros Industriales de Cataluña.

El estudiantado de la ETS de Ingeniería Industrial de Barcelona también ha ideado ingenios que se han patentado, como un grifo electrónico con células fotovoltaicas o una bicicleta para personas parapléjicas. Otros son fruto de la investigación de tesis doctorales, como un sistema de captación de la energía solar para edificios industriales o un sistema constructivo y de aislamiento térmico a base de porexpán y yeso.

En la asignatura de libre elección Innovación y Patentes, coordinada por Joaquim Lloveras en la ETSEIB y en la que se fomentan aspectos básicos de diseño ecológico, se han ideado propuestas tan ingeniosas como un ratón de ordenador que se acciona con el pie o un vestido salvavidas equipado con material aislante, entre otros.

Las tres reglas de oro

Para solicitar una patente, se requieren tres requisitos esenciales: haber ideado una invención que no se haya inventado antes, que no haya sido publicada ni difundida previamente y que tenga una aplicación industrial. En este sentido, según afirma con énfasis Óscar Carbó, de la Oficina de Patentes y Licencias: “Es importante tener en cuenta cómo se divulgan los resultados de la investigación —ya sean artículos científicos, ponencias en congresos, tesis doctorales o incluso proyectos de fin de carrera— y conocer bien las oportunidades y posibilidades de protección.”

Fuente: UPC
Derechos: Creative Commons

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