Al llegar a la Royal Society de Londres hay cola en la entrada para asistir al inicio de los seminarios organizados por la Fundación Príncipe de Asturias. Esta semana se ha hecho realidad una relación que se pactó en 2011 cuando los premios españoles más prestigiosos de las artes, las ciencias y las letras galardonaron a la centenaria institución. Ginés Morata, el primer científico español en intervenir en este programa, relata cómo ve el futuro de la ciencia en España. Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación, cuenta el porqué de esta colaboración.
La Royal Society representa lo que muchos científicos querrían para España: que la ciencia, los descubrimientos y la técnica sean el motor del progreso, y más en tiempos de crisis. De esta institución formaron parte grandes personalidades de la historia como Isaac Newton, Charles Darwin y Albert Einstein, e incluso los propios Ramón y Cajal y Severo Ochoa, por lo que, ¿quién no la querría imitar?
Los Premios Príncipe de Asturias la premiaron en 2011 y esta semana ambas instituciones colaboran con un ciclo de conferencias científicas, actos con premiados y una exposición temporal, que se puede visitar en la sede de la institución hasta el 16 de junio, y que lleva por título “Transacciones. España en la historia de la Royal Society”.
Todo comenzó el día que los representantes de esta sociedad científica fueron a Oviedo a recoger el premio y le dijeron a Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Príncipe de Asturias: “Nos encantaría hacer algo con vosotros en Londres”. Dicho y hecho.
“Pensamos qué actividad podría ser –explica Sanjurjo– y hemos organizado dos tipos de eventos. Uno consiste en traer la pequeña muestra que expusimos en Oviedo y ampliarla, de tal forma que refleje la presencia de la ciencia española en la historia de la Royal Society; y el segundo son los seminarios científicos”.
Para ampliar la exposición han incluido objetos de archivo, maquetas de marinos españoles que contribuyeron a las grandes expediciones científicas, fondos del museo naval, del legado Ramón y Cajal y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. “Ha sido un esfuerzo enorme”, asegura Sanjurjo.
Por su parte, el biólogo español Ginés Morata, que participó el martes en el primero de los seminarios científicos –junto a su colega Peter Lawrence, con el que compartió el Premio Príncipe de Asturias en 2007– quiso subrayar a SINC la labor de esta institución: “La Royal Society es única, admirable”.
Morata habló en este ciclo de su campo de investigación, la genética, y explicó que conocer sus mecanismos servirá para resolver grandes misterios de la biología, como la muerte celular programada o la regeneración de tejidos.
“Los estudios que hacemos con moscas Drosophila pueden ayudar a comprender por qué si yo pierdo un brazo no me volverá a crecer, pero a un anfibio sí. Los mecanismos genéticos son parecidos en ambos, e igual algún día podamos entender cómo a alguien se le puede reconstruir –no trasplantar, sino regenerar– una parte del cuerpo”, explica Morata.
¿Por qué en España no hay una Royal Society?
La relación de la Fundación Príncipe de Asturias con la Royal Society solo puede ser beneficiosa a ojos de Sanjurjo y Ginés, ya que de ella han salido brillantes científicos desde el S. XVII. “Creo que es bueno que la ciencia española esté presente aquí, es un buen modelo de la correlación entre la ciencia española y británica”, señala Sanjurjo.
España, y especialmente en época de crisis, se encuentra en una situación de grave necesidad de cooperación y colaboración con científicos de otros países. “Lo dijo la presentadora de estos seminarios. La Royal Society tiene más de 300 años de antigüedad y siempre se ha dedicado a promocionar la ciencia, es algo que jamás ha existido en España. Fíjate en este edificio, dentro hay una enorme historia de la cultura de la humanidad”, enfatiza Morata.
Habría que remontarse precisamente a la historia para explicar este hecho. Para el biólogo, la corona española siempre ha favorecido las artes, la literatura, etc., pero no tanto la ciencia y la técnica. La corona inglesa, en cambio, además de las artes ha favorecido los descubrimientos, las exploraciones y la ciencia. “Incluso la iglesia anglicana lo ha hecho”, añade el científico. Prueba de ello es la larga trayectoria de esta institución ubicada en el corazón de Londres, que se enorgullece de ser una de las sociedades científicas más antiguas de Europa.
El futuro de los investigadores españoles
“La cultura anglosajona siempre ha sabido que el conocimiento es riqueza. No es que los ingleses sean más listos que nosotros, sino que tienen una tradición en instituciones como esta que no existe en España”, afirma con rotundidad el científico.
Los investigadores españoles que trabajan en Inglaterra tienen una fama extraordinaria, según relata Morata. “En nuestros genes somos tan buenos como los ingleses, pero nuestro entorno es diferente, ese es el asunto”.
Los seminarios, que han recorrido las áreas de las ciencias de la vida, biociencias, física y la salud, concluyeron ayer con la intervención del cardiólogo español Valentín Fuster.