El 20% de las españolas desearía no tener la regla y alrededor del 8% utiliza métodos hormonales para eliminar su periodo. Desde hace años, la supresión de la menstruación se utiliza tanto para aliviar síntomas de determinadas patologías como por pura preferencia personal. Una amplia base científica confirma su seguridad a largo plazo.
Todos los meses, el cuerpo de una mujer en edad fértil se prepara para un posible embarazo. Si esto no ocurre, el óvulo maduro no fecundado es expulsado por la vagina junto con sangre y otras sustancias procedentes del útero. Ese sangrado es lo que se conoce como menstruación.
Desde 2014, la ONG Wash United celebra cada 28 de mayo el Día Mundial de la Higiene Menstrual. Su objetivo es acabar con el tabú de la regla, abordar las dificultades que muchas mujeres y niñas afrontan durante su menstruación y explorar medidas innovadoras para superar esos desafíos.
Una de las posibles soluciones, poco conocida por la mayoría de la población, es el uso de tratamientos para reducir o eliminar el periodo.
“Siempre que la mujer no presente ninguna contraindicación, ciertas terapias hormonales permiten escoger no tener la regla o tenerla menos de una vez al mes”, explica a Sinc Núria Parera Junyent, jefe de la Unidad de Ginecología de la Infancia y de la Adolescencia de Dexeus Mujer.
Se trata de píldoras –compuestas por progesterona o por estrógenos y progesterona–, implantes hormonales –varillas flexibles insertadas quirúrgicamente bajo la piel– y dispositivos intrauterinos (DIU) que disminuyen o hacen desaparecer las menstruaciones al producir la atrofia del endometrio. También existe un tratamiento quirúrgico denominado ablación endometrial, pero este se reserva a mujeres que hayan completado sus deseos reproductivos.
Entonces, ¿se puede vivir sin la regla? “Claro que sí. La menstruación hay que entenderla casi como un artículo de lujo. Realmente no afecta a la salud de la mujer y el hecho de evitarla no supone ningún perjuicio”, apunta María Jesús Canedo, secretaria general de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
“En situaciones de hambruna o malnutrición de la mujer es lo primero que se pierde, ya que realmente no posee otras funciones”, añade Canedo, que es jefa del Servicio de Ginecología del Hospital Universitario de Guadalajara.
Entre los beneficios de no menstruar, los principales son la disminución de la dismenorrea (dolor menstrual), el sangrado, la anemia asociada, el síndrome premenstrual y los síntomas que se exacerban con la menstruación –como la endometriosis, el dolor pélvico, la tensión mamaria y el acné–. Por no hablar del menor uso de productos de higiene menstrual y analgésicos; y de la autonomía de la mujer para decidir si quiere o no tener la regla tanto por motivos ocupacionales, deportivos o simplemente prácticos.
Respecto a los inconvenientes, los posibles efectos secundarios de píldoras, implantes, DIUs o cirugía dependen de cada caso particular. En general, el uso continuo de anticonceptivos hormonales no se asocia a mayores riesgos que cuando son utilizados de forma cíclica (21 días de comprimidos activos y 7 días de descanso).
“Desde el nacimiento de la píldora anticonceptiva fue importante garantizar un sangrado periódico que confirmase la ausencia de embarazo. Por ello, se ideó una administración que permitiese un flujo por deprivación hormonal de periodicidad similar a los ciclos naturales”, indica a Sinc Iñaki Lete, jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Araba, en Vitoria.
Lo que hacen las píldoras anticonceptivas convencionales es reproducir una hemorragia menstrual regular, que tiende a ser más ligera y más corta. “En realidad esto no es una regla, se induce un sangrado por la retirada brusca del aporte hormonal que no es necesario y se puede modificar”, añade Paloma Lobo, presidenta de la Sociedad Española de Contracepción (SEC).
Los principales beneficios de no menstruar son la disminución de dismenorrea, sangrado, anemia asociada y síndrome premenstrual. / Adobe Stock
Según explica su Guía Práctica en Anticoncepción Oral, la evidencia científica disponible no justifica la realización de descanso durante la toma de anticoncepción combinada oral. A pesar de ello, se mantienen las pausas como pauta de uso. “De hecho, entre las estrategias para mejorar la salud de las mujeres de los países en vías de desarrollo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el uso de anticonceptivos que supriman la menstruación”, advierte Lete.
Sí es cierto que en ocasiones no se llega a conseguir la ausencia total de la regla y se producen manchados o sangrados no previstos. Además, de manera muy poco frecuente, ciertos tipos de píldora pueden provocar un aumento de riesgo de tromboembolias. Pero de momento las cifras disponibles sobre la seguridad de los regímenes extendidos no son motivo de preocupación, aunque se deben recopilar datos a más largo plazo.
“Desde la venta de tratamientos para disminuir o eliminar el sangrado se cuenta con una amplia base de estudios científicos que confirma su seguridad a largo plazo. No producen disminución posterior de la fertilidad, precocidad de la menopausia ni aumento de cáncer de endometrio”, afirma Parera Junyent.
La introducción de píldoras anticonceptivas de uso continuado –sin descanso– es reciente en nuestro país. Apenas desde hace casi dos años se dispone de un preparado anticonceptivo en pauta prolongada y, desde hace algo más de un año, de otro en pauta flexible. De ahí que aún no se cuente con estadísticas al respecto y que su uso sea minoritario.
“En España alrededor del 8% de las mujeres en edad fértil (15-49 años) utiliza métodos anticonceptivos que eliminan la menstruación: DIU de levonorgestrel, implante de etonogestrel o anticonceptivos hormonales combinados en pauta continua. Este porcentaje es inferior al de otros países europeos como Holanda, Finlandia, Suecia o Dinamarca”, revela Lete.
Según una encuesta de la SEC, el DIU hormonal lo utilizaban en 2016 un 3,4% de las encuestadas, el implante un 0,8% y la píldora de solo gestágeno un 0,2%.
Una investigación publicada en 2016 sobre la aceptación generalizada entre los médicos de estas pautas hormonales extendidas subraya cómo estos regímenes están infrautilizados, probablemente debido a la falta de conciencia sobre su disponibilidad y utilidad entre las mujeres.
En relación a las actitudes de las mujeres frente a la menstruación, un estudio realizado en doce países de Europa y publicado en 2016 –actualizado en 2017 y 2018 con idénticos resultados–, muestra que entre un 19 y un 22% de las españolas desearía no tener la regla, frente al 25-29% de las europeas.
“Menos de la mitad de las mujeres españolas opta por mantener la frecuencia mensual, mientras que la mayoría preferiría periodos de tiempo más prolongados entre reglas, desde tenerla cada tres meses hasta suprimirla totalmente”, analiza Lobo, que trabaja en el Hospital Infanta Sofía de Madrid. “Resulta una idea atractiva, y para llevarla a cabo es preciso que ofrezcamos esta posibilidad durante el asesoramiento anticonceptivo”.
Atletas de élite, militares o simplemente mujeres que no quieren que el periodo les condicione su vida ya cuentan con opciones médicas seguras para controlar su menstruación. “Lo importante es que la mujer adopte el método con el que se sienta más a gusto porque esa es la única manera de que haga un buen uso y no haya olvidos ni embarazos no deseados”, concluye María Jesús Canedo.