“Predecir” el pasado es el paso previo a encontrar filones que podrán explotarse en un futuro. Y para conocer cómo era la tierra hace millones de años y cómo pudieron gestarse cordilleras y yacimientos geológicos hay que manejar tanto la contundencia rocosa como la ingravidez de las matemáticas. Es por eso que matemáticos y geólogos trabajan juntos en la Universidad de Oviedo con el objetivo de reconstruir la estructura geológica anterior a la formación de los actuales pliegues y fallas.
Elaborar modelos matemáticos de distintos tipos de pliegues y validarlos frente a sus equivalentes reales es la línea básica de investigación en el Grupo de Análisis de Pliegues. Como explica Fernando Bastida, catedrático de Geodinámica Interna y coordinador del grupo de investigación, “predecir cómo se formaron amplias zonas de pliegues y fallas nos permitirá reconstruir cuál era la situación del sustrato geológico antes de su plegamiento”.
Y si bien el conocimiento que obtiene el Grupo de Análisis de Pliegues a través de los trabajos que desarrolla tiene aplicaciones en el campo de las prospecciones mineras y en la planificación de infraestructuras, Fernando Bastida matiza: “la prioridad del Grupo es contribuir al avance del conocimiento. En este sentido, hemos iniciado recientemente el proyecto ‘Mecánica de la Deformación en Pliegues’ financiado por el Plan Nacional de I+D+i”.
Se trata del cuarto proyecto nacional que acomete el Grupo en esta línea. En una primera fase, analizaron la forma y posición de los distintos tipos de pliegues y fallas (geometría). A continuación, los investigadores han abordado la elaboración de modelos matemáticos para predecir la trayectoria que han seguido las distintas partes de un pliegue para situarse donde están ahora (cinemática).
Pero, para conocer un poco mejor la historia geológica aún quedan por estudiar las fuerzas y condiciones que han actuado sobre la roca para darle su forma actual (dinámica). Y ése es el terreno en el que está adentrándose el Grupo en la actualidad a través del Plan Nacional de I+D+i.
Fruto de este planteamiento de investigación, los miembros del Grupo publicarán próximamente en una revista científica de impacto internacional un artículo que actualiza el conocimiento existente sobre la estructura de los materiales que se plegaron y dieron lugar al Macizo Ibérico hace algo más de 300 millones de años. Como explica Fernando Bastida, “en esa época, el Océano Atlántico no existía; y la colisión de varios continentes dio lugar a una gran cordillera en la que se integraba el Macizo Ibérico. La cordillera se extendía desde los Apalaches y los montes Ouachita, por el Oeste, hasta los Urales por el Este, pasando por África y por el Noroeste peninsular”.
¿Trampas de petróleo?
El Grupo también desarrolla trabajos de investigación centrados en pliegues asociados a fallas: “Es una línea de gran interés económico, puesto que estas asociaciones de pliegues y fallas se generan en zonas que presentan condiciones geológicas favorables para la formación y acumulación de petróleo”, afirman los investigadores.
¿Qué tienen de especial las formaciones de pliegues y fallas asociados? Estas últimas influyen en la migración del petróleo, que se produce una vez que el combustible fósil se ha formado. Por su parte, las crestas de los pliegues pueden llegar a actuar como “trampas” que, en ocasiones, albergan yacimientos de gas y de petróleo, y que también pueden ser adecuadas para el almacenamiento de CO2. Así lo explica Josep Poblet, investigador del grupo y subdirector del Departamento de Geología.
Y aunque en ocasiones este proceso puede parecer lejano, Poblet lo acerca en pocas palabras: “Las rocas jurásicas de la costa asturiana, que tan frecuentemente nos ofrecen nuevos datos sobre ese período de la Historia, tienen las características típicas de las rocas madre de petróleo, y ése es uno de los indicios que ha guiado a Repsol a buscar trampas de petróleo en la costa cantábrica”.