Desde Suiza, Irene Andrés-Suárez investiga la narrativa española contemporánea

El microrrelato, género literario de moda

Nacido de las vanguardias, el microrrelato es hoy el género literario de moda, especialmente en la creación en lengua española, idioma en el que los nanocuentos han adquirido una mayor concisión. Así lo ve, desde Suiza, la catedrática de lengua hispánica Irene Andrés-Suárez, creadora del Centro de Investigación de Narrativa Española de la Universidad de Neuchâtel. Ella pide un Instituto Cervantes en el país alpino para facilitar la difusión de la cultura española.

El microrrelato, género literario de moda
En el país alpino son muy pocos los especialistas en literatura española, pero la red facilita la colaboración a distancia.

Las razones de que el género esté “en plena expansión” tienen mucho que ver con “la brevedad como valor en alza” o con el predominio de “una verdadera estética de la brevedad, vinculada ya desde el mismo Baudelaire con la Modernidad”, explica Andrés-Suárez.

Los temas intertextuales -que se apoyan en el patrimonio cultural del lectorado-, los humorísticos o irónicos y los fantásticos predominan hoy en el microrrelato español, un punto en el que éste no se diferencia de los cosechados en otros países e idiomas.

La catedrática comenta que José María Merino, uno de los mejores escritores españoles vivos del microrrelato, junto a Javier Tomeo y Ana María Matute, ha acuñado el término de 'nanocuento'. Cree este neologismo es “muy acorde con los nuevos tiempos, obsesionados por la ‘nanociencia’ y la ‘nanotecnología’”, aunque insiste en que lo más adecuado es llamar “microrrelato” al nuevo género cultivado por Franz Kafka, Paul Éluard, José Luíi Borges o Julio Cortázar . Sus señas de identidad más destacadas son la elipsis, que hace que la parte oculta del relato sea muy superior a la visible, el arte de la depuración y el de la sugerencia.

El microrrelato no fue importado

La investigadora defiende los orígenes del nanocuento español: “no se importa de América Latina, como repiten algunos estudiosos hispanoamericanos”, sino que “se surge en ambos continentes por la misma época”. Ella reivindica a Juan Ramón Jiménez y a Ramón Gómez de la Serna como los precursores en España, y fija la fecha de nacimiento del nuevo género en torno a 1917.

Ese año, Juan Ramón escribió sus primeros microrrelatos, aunque hasta 1920 no tomó conciencia de que estaba cultivando algo distinto que el poema en prosa o el cuento. También en 1917 se publicó la obra Caprichos, en la que Gómez de la Serna incluyó muchas muestras del nuevo género. Y es que, aunque algunos estudios “han fijado el punto de partida del microrrelato en el movimiento estético del Modernismo, las condiciones propicias para su desarrollo no se dieron hasta los años ‘20 del siglo XX, con la irrupción y consolidación de las vanguardias históricas”, puntualiza la investigadora. La ambición renovadora y el experimentalismo de la época “llevó a estos autores a buscar nuevas formas literarias mediante la brevedad extrema” y esta brevedad acabó afectando a todos los géneros literarios y manifestaciones artísticas.

En aquel momento, escritores jóvenes como Samuel Ros, José Bergamín, Federico García Lorca y Luis Buñuel cultivaron el nuevo género en revistas de estética vanguardista. Durante los ‘50 y los ‘60, la Generación del Medio Siglo recogió el legado y fueron apareciendo los libros de Ana María Matute (Los niños tontos), Max Aub (Crímenes ejemplares) o Ignacio Aldecoa (Neutral Corner), que “por su carácter lírico y narrativo a la vez, se alejaron del realismo vigente en la época”. En los '80 comienza la etapa de consolidación del género, “los escritores españoles toman conciencia de que están haciendo algo distinto”.

Entre los nuevos autores que despuntan en este modelo narrativo, Andrés-Suárez incluye a José Jiménez Lozano, Rafael Pérez Estrada, Juan Pedro Aparicio, Luis Mateo Díez, Juan José Millás, Gustavo Martín Garzo, Nuria Amat, Julia Otxoa, Paloma Díaz, Hipólito G. Navarro, Ángel Olgoso, Pedro Ugarte, Roberto Lumbreras, David Roas y Andrés Neuman.

Europa conoce poco la literatura española

A pesar de que la narrativa española actual “está en un buen momento”, la literatura española contemporánea se conoce poco en Europa. La catedrática alerta de que en el continente “suenan varios nombres: Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Bernardo Atxaga, Antonio Muñoz Molina, pero sus obras, por lo general, tardan en traducirse y llegar al público extranjero”. Ella reivindica un Instituto Cervantes en Suiza, una institución que facilitaría la difusión de la cultura española en el país y les haría más fácil invitar a escritores, artistas e intelectuales.

Que las letras de un país se conozcan más fuera es uno de los objetivos del centro que dirige, junto con la selección de los escritores españoles contemporáneos más significativos, cuya obra está llamada a perdurar y sobre quienes publican estudios. En esta lista exclusiva, la catedrática incluye a Muñoz Molina, Julio Llamazares, Javier Marías, Luis Mateo Díez, Jose María Merino, Enrique Vila-Matas, Álvaro Pombo, Juan José Millás, Cristina Fernández Cubas y Javier Tomeo. Próximamente su centro se ocupará de Bernardo Atxaga, Almudena Grandes, Rafael Chirbes y Luis Landero.

Estudiar en Suiza para analizar la narrativa española “sin presiones”

Cuando creó el centro de investigación que ahora dirige, Irene Andrés-Suárez se dio cuenta de que al estar fuera de España podría estudiar de la obra de los autores contemporáneos “sin presiones de unos ni de otros”, y “proceder a la selección rigurosa de los escritores en función de unos criterios preestablecidos sin temor a las represalias”. Ella se sentía “muy atraída por la obra de ciertos narradores españoles contemporáneos sobre los que se había publicado poco aún”, entre otros motivos porque “las universidades españolas tendían a ocuparse de los clásicos y a excluir de los programas académicos la obra de los escritores vivos”.

Las autoridades académicas y científicas suizas mostraron su interés cuando la catedrática solicitó apoyo económico, lo que contribuyó a poner en pie tanto el Grand Seminaire de Neuchâtel (embrión del actual centro de investigación) como el propio centro. Después, vinieron los apoyos españoles. Andrés-Suárez destaca que también fue indispensable la colaboración de lescritores y lingüistas europeos y americanos.

A los seis españoles y tres suizos que trabajan actualmente en el centro, internet les hace la vida más fácil. En el país alpino son muy pocos los especialistas en literatura española, pero la red facilita la colaboración a distancia. Actualmente colaboran con ellos especialistas italianos, franceses, norteamericanos e hispanoamericanos.

Fuente: SINC
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