El momento en que la época romana dio paso a la Edad Feudal es poco menos que desconocido: ¿Cómo se formaron los centros de poder que controlaron el territorio durante casi mil años y que aún pueden verse sobre colinas y montes? ¿Cómo se relacionaban las fortificaciones y cómo se organizaban para controlar un territorio en expansión? Por primera vez un Sistema de Información Geográfica se pone al servicio de la Arqueología en Asturias para obtener respuestas.
El Grupo de Investigación de Arqueología Medieval de la Universidad de Oviedo está creando un espacio virtual en el que pueden consultarse datos numéricos, geográficos, arqueológicos, mapas, planos de construcciones, fotografías y documentos históricos de las primeras fortificaciones medievales en territorio asturiano. La herramienta informática que organiza toda esta información, y que la presenta de forma gráfica e intuitiva es un SIG, es decir, un Sistema de Información Geográfica.
El sistema es capaz de “saltar” del presente al pasado, de la vista aérea (a vuelo “rasante” y en tres dimensiones de Asturias) al detalle de planos, fotografías y reconstrucciones. También recoge los hallazgos arqueológicos y documentales que han alumbrado estos primitivos castillos que se aprecian desde el aire. Y entre sus ventajas destaca la sencillez con la que convierte información alfanumérica en información gráfica. De hecho, el SIG “es capaz de sustituir veinte páginas descriptivas por un mapa temático que contiene la misma información, que generamos al instante y que responde a los criterios concretos que queramos reflejar”, indica José Avelino Gutiérrez González, director del Proyecto y coordinador del Grupo de Arqueología Medieval.
Algunos de esos criterios pueden ser, por ejemplo, cuáles son los lugares controlados visualmente por una fortificación concreta, o su cercanía a una vía de comunicación o a un curso de agua. Como explica Ignacio Jiménez Chaparro, investigador del Grupo, “todo esto nos permite reconstruir cómo y dónde se asentaba la población, y cómo se estructuraba geográficamente el poder que los gobernaba”.
Y no sólo eso: junto a los nuevos campos de investigación que podrán nutrirse de este sistema, “la herramienta está adaptada a la Ley de Patrimonio, que exige delimitar los espacios de protección que son necesarios para conservar las fortificaciones asturianas, porque sólo puede protegerse lo que se conoce bien”, señala Gutiérrez González. Entre sus usos para la conservación, el SIG permite hacer una consulta inmediata del catastro, observar las infraestructuras actuales y los proyectos que pueden afectar a la conservación de las fortificaciones.
Pero antes de llegar a la fase de análisis de la información y desarrollar todas las posibilidades del sistema, es necesario diseñar una compleja base de datos y volcar en ella una ingente cantidad de información: “Cada punto geográfico seleccionado, como torreones, fortificaciones y otras construcciones de la época, lleva asociada información que vamos introduciendo en el sistema dato a dato”, afirma Gutiérrez González.
Para contribuir a llevar a cabo la iniciativa, el Principado ha destinado al proyecto 88.900 euros del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación. Junto a José Avelino Gutiérrez González, participan los investigadores asturianos Ignacio Jiménez Chaparro, Patricia Suárez Manjón, Francisco Javier Fernández Conde (Arqueología), Lorenzo Arias Páramo (Historia del Arte) y José Ramón Fernández Prieto (Geografía). La Universidad de Cantabria también se integra en el proyecto, a través de José Manuel Iglesias, Catedrático de Historia Antigua, y de Javier Sánchez Espeso, profesor y especialista en SIG de la misma Universidad.
Los investigadores no sólo introducen y organizan los datos en el sistema, sino que también los generan: “llevamos a cabo un trabajo de campo para obtener fotografías, datos topográficos y reconocimientos arqueológicos, lo que requiere tiempo y dedicación”, afirma José Avelino Gutiérrez González. Una dedicación que trasciende los actuales límites de Asturias y se extiende al Norte de Castilla y León y al occidente cántabro, siguiendo los límites de poder del primitivo reino de Asturias. Como explica el investigador, “para estudiar el proceso de formación de los núcleos de poder feudal es necesario extender también el marco temporal desde el final de la Edad Antigua a la Baja Edad Media [la más cercana al presente]”. Por suerte, su equipo se acerca al pasado con la ayuda de nueva alquimia digital.
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