Un químico de la Universidad Tecnológica de Viena (Austria) ha demostrado cómo las huellas químicas de las erupciones volcánicas y los numerosos hallazgos en las excavaciones arqueológicas de fragmentos de pumita, conocida también como piedra pómez, sirven para ilustrar las relaciones entre las civilizaciones avanzadas individuales del Mediterráneo oriental. Gracias a las pruebas que ha realizado y al origen de las muestras de pumita correspondientes a grandes erupciones volcánicas ha sido posible redefinir un fragmento de la historia del segundo milenio antes de Cristo.
Durante la Edad de Bronce, entre los años 3000 y 1000 A.C., el Mediterráneo ya estaba intensamente poblado. Cada cultura individual, como los egipcios, los sirios, o la cultura minoica de Santorini, cuenta en la mayor parte de los casos con una cronología rigurosamente investigada. No obstante, la conexión entre esas culturas a menudo está ausente en su mayor parte, debido a que habitualmente no existe correspondencia o intercambios que se hayan producido, que se hayan conservado, o que sean comprensibles. La dificultad es todavía mayor para sincronizar las culturas individuales entre sí.
Un programa de investigación internacional del Austrian Science Fund (FWF), denominado “SCIEM2000”, está abriendo ahora nuevas perspectivas en este campo. Un equipo de investigación del Instituto Anatómico de las Universidades Austríacas, bajo el liderazgo del profesor Max Bichler, trabaja en la identificación de rocas volcánicas procedentes de excavaciones arqueológicas.
Georg Steinhauser, adjunto de proyecto y químico del departamento de radioquímica y análisis físico mediante radiación del Atomic Institute afirma: “La pumita es una roca volcánica espumosa, y en la actualidad conocemos esta piedra que flota en el agua principalmente como remedio casero para las callosidades de los pies”. Esta roca se utilizaba a menudo también como abrasivo, y se encuentra frecuentemente en excavaciones arqueológicas en el Mar Mediterráneo.
Debido a que no hay volcanes en todas partes, se originó una intensa actividad comercial en relación con este producto. “En Egipto se ha hallado pumita en antiguos talleres, y en algunas excavaciones incluso se ha hallado roca que presenta las trazas de abrasión correctas", continúa el investigador, y añade: "Se utilizaron para pulir esculturas, construcciones, objetos de bronce, etc, y las pruebas químicas nos permiten identificar de qué volcán proviene la muestra”.
En particular, la pumita, al igual que las cenizas volcánicas de grano fino, presentan una composición química específica, un “cóctel” característico de los elementos de traza. Basándose en ello, los investigadores pueden generar una huella química y pueden compararla con una base de datos, del mismo modo que se hace en criminología. De ese modo, se están analizando pumitas procedentes de centros volcánicos del Mediterráneo, así como pumitas procedentes de hallazgos arqueológicos relevantes. Si la huella de los hallazgos corresponde a un tipo de roca que se encuentra en la base de datos, será posible determinar con certeza su origen.
Se plantea la hipótesis inmediata de que los egipcios importaron pumita de Grecia. Los investigadores pudieron determinar dichas relaciones comerciales mediante el análisis de activación neutrónica instrumental (INAA), en el que las muestras de pumita del reactor de pruebas se irradian con neutrones y, posteriormente, se miden con un espectrómetro de rayos gamma. De ese modo, se genera la huella química mediante 25 elementos característicos, principales y de traza.
Georg Steinhauser explica: “Descubrimos que la pumita como materia prima (presumiblemente transportada por mar) cubría distancias de hasta 2.000 km por el Mar Mediterráneo. La erupción de la isla volcánica de Santorini, aproximadamente en el año 1.600 A.C., representa un indicador de tiempo particular. Fue tan potente que hizo desaparecer totalmente la civilización minoica. Cuando encontramos hoy la capa de cenizas que se produjo, y la pumita correspondiente en diversas excavaciones arqueológicas, se dispone de un marcador de tiempo que permite sincronizar las diferentes culturas. Ello nos permite determinar también qué gobernantes ocupaban el poder en los diferentes lugares en cada momento”.
Cuando se encuentra en una excavación un fragmento procedente de Santorini, se puede decir que, al menos, ya se había producido la erupción del volcán Santorini, y en consecuencia, la fecha de la erupción corresponde a la antigüedad máxima de la excavación.