El sistema de patentes de la Unión Europea es ineficiente al ser más costoso que otros similares y crea importantes barreras a la difusión de la innovación en el continente. Esa es una de las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) que sugiere medidas para mejorarlo.
"Desde el punto de vista de la eficiencia, parece obvio establecer un formato único de patente europea en el que el inglés sea el idioma empleado para el procedimiento, aunque la difusión de la innovación se traduzca a otros idiomas de la UE", aseguran los investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) Álvaro Escribano y Marco S. Giarratana, del Departamento de Economía y el Departamento de Economía de la Empresa, respectivamente.
Esto simplificaría el sistema actual, explican, en el que un inventor puede decidir si presenta una patente europea en inglés o si solicita la patente en la oficina estatal de su país y en la lengua oficial del mismo. Además, se solventaría otro problema: la diferencia de condiciones y costes que presenta el proceso entre unos países y otros.
El estudio se titula "El sistema de patentes de la UE: ser o no ser" y ha contado con el apoyo del Programa de Excelencia en Educación e Investigación del Banco de España, el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Oficina Española de Patentes Marcas. (OEPM).
Estos investigadores sugieren en su análisis el conjunto de propiedades que un sistema de patentes eficiente debería tener con el fin de fomentar la innovación, el empleo, la competitividad comercial y el crecimiento económico. Se resumen fundamentalmente en dos: que el sistema transfiera el conocimiento a todos los ciudadanos y empresas interesadas en la innovación, para que todos se puedan beneficiar de ello; y que el coste no sea muy alto, para que las empresas acudan a patentar y luego puedan extraer beneficios de la innovación durante un periodo mínimo de años.
Desacuerdo europeo
Este informe aparece en un momento en el que la Unión Europea (UE) está cambiando su sistema actual de patentes. El Ejecutivo comunitario presentó a finales del año pasado una propuesta que fue posteriormente aprobada para constituir un sistema común de patentes válido en los países que lo quisieran adoptar y que permitía sólo la utilización de tres lenguas europeas: ingles, francés y alemán. Los estados de la UE favorables se acogieron a la vía de la "cooperación reforzada" que permite poner en marcha una medida con el respaldo de un número mínimo de países (nueve) cuando no es posible un mayor consenso en un plazo de tiempo razonable.
Este proyecto de nueva patente europea no fue aceptado por España e Italia, que demandaban que hubiera unanimidad para ponerlo en práctica y argumentaban que perjudicaría la competitividad de sus empresas. Finalmente, el Parlamento Europeo respaldó el acuerdo, pero después se elevó al Tribunal de Justicia de la UE. Este se pronunció el pasado marzo con un dictamen que decía que este proyecto no se adaptaba al Derecho de la Unión.
Con ello, respalda a los gobiernos contrarios a tal sistema y obliga a replantear el proyecto de crear un nuevo sistema de patentes comunitarias que abarate y simplifique la protección de la propiedad intelectual e industrial en Europa.
"Esta propuesta provocaba una importante pérdida de bienestar en el sector tecnológico en la UE", según el catedrático Álvaro Escribano. "Generaba una diferencia en la competitividad de los diferentes estados, sobre todo para países con otros idiomas importantes como el español", añade. Además, esto no sólo afecta a la movilidad internacional de los investigadores, sino también crea un coste alto para las pequeñas y medianas empresas que quieren patentar, señala.
Las patentes no representan solo un sistema de protección de la innovación sino también el medio más importante para difundir el conocimiento de la tecnología de frontera. La difusión del conocimiento no es solo importante para generar avances tecnológico; es un elemento fundamental también para el funcionamiento de los mercados de las tecnologías basado sobre la compra y venta de patentes (200.000 millones de dólares de facturado en 2005 a nivel mundial), acuerdos estratégicos entre empresas, y para un eficiente funcionamiento del mercado del trabajo de los inventores.
Es evidente, según los autores del estudio, que cualquier barrera, como distintos sistemas legales que se solapan, puede representar un importante freno al crecimiento de la economía de una nación porqué una cosa son los resultados de la I+D y otra es cuanto valor económico estos resultados van a generar.
Tener un sistema de patentes europeo único es muy útil porque reduce los costes y hace más eficiente este proceso, resumen los investigadores. "Lo que no es útil es que conviva un sistema único de patentes con otros sistemas nacionales y europeos porque eso aumenta mucho el coste de patentar", indica el profesor Escribano. Por eso, insisten que en el caso del sistema de patentes europeo se debería decidir utilizar tan solo un idioma de uso generalizado, como es el inglés, para reducir los costes del proceso, que a menudo aumentan en gran medida debido a las traducciones.
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