Un equipo dirigido por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ignasi Ribas ha predicho la existencia de un nuevo planeta extrasolar en la constelación de Leo, a 30 años luz de la Tierra. Las simulaciones informáticas y los modelos actuales señalan que el exoplaneta GJ 436c orbita la estrella GJ 436 [recibe ese nombre por ser la número 436 del catálogo de Gliese y Jahreiss], es de tipo rocoso y tiene una masa de cinco tierras. El estudio aparece en el último número de la revista Astrophysical Journal Letters.
El investigador señala la importancia de la teoría: “De confirmarse el hallazgo, el nuevo exoplaneta sería el más pequeño descubierto hasta el momento y el primero encontrado por las perturbaciones ejercidas sobre otro planeta del sistema. Por ello, se abre un nuevo camino que debería permitir la detección de planetas aún más pequeños en un futuro próximo, con el objetivo de descubrir mundos cada vez más parecidos a nuestra Tierra”.
Los investigadores han conseguido explicar la existencia del planeta extrasolar mediante simulaciones informáticas. Este trabajo predice la existencia de un pequeño planeta que perturba a otro planeta interior, causando cambios en su órbita. Una búsqueda en observaciones disponibles de velocidades radiales [velocidad de un objeto a lo largo de la línea visual del observador], ha permitido además encontrar la posible señal de un planeta que estaría en resonancia con la del interior, de modo que por cada dos órbitas del planeta conocido, el nuevo planeta completaría una.
“Si se confirman los datos, mientras que la Tierra da un giro completo sobre sí misma en 24 horas, este planeta lo hace en 4,2 días terrestres. Asimismo, la Tierra tarda 365 días en dar la vuelta alrededor de su estrella, el Sol, y el exoplaneta gira alrededor de la suya, GJ 436, en 5,2 días”, detalla Ribas.
En la Tierra, un día completo, el tiempo que transcurre desde la salida del sol de un día hasta la del día siguiente, coincide con el tiempo del movimiento de rotación. En este planeta ambas cosas no coinciden, ya que los movimientos de rotación y traslación son muy similares. Por este motivo, un día completo del planeta, es decir, desde la salida de su estrella hasta que vuelve a aparecer, sucede en 4 años planetarios, que corresponde a 22 días terrestres.
La mayor parte de los aproximadamente 280 planetas descubiertos hasta el momento son gigantes gaseosos del tamaño de Júpiter, aunque ya se conocen algunos con masas inferiores a 10 veces la de la Tierra. A este tipo de planetas, de entre una y 10 veces la masa de la Tierra, se les denomina super-Tierras. Al tratarse de un planeta de baja masa, los modelos actuales predicen que además de ser de tipo rocoso, el nuevo planeta tendría el radio un 50% mayor que el de la Tierra.
Un sistema planetario particular
En 2004, un grupo de investigadores norteamericanos estudió la estrella GJ 436 mediante la técnica de velocidades radiales y descubrieron un planeta a su alrededor. El planeta, de tipo gaseoso y con una masa 22 veces superior a la Tierra, se encuentra próximo a su estrella y describe una órbita completa en 2,6 días, que resulta ser ligeramente elíptica, algo difícil de explicar por los científicos.
A mediados de 2007 un equipo suizo detectó la existencia de tránsitos causados por este planeta [si se observa desde la Tierra, este fenómeno se ve como una disminución del brillo de una estrella cuando un planeta cruza frente a su disco]. Este hecho no se había observado en el anterior estudio.
El equipo dirigido por Ribas decidió estudiar las dos características singulares de este sistema planetario: su órbita elíptica, a pesar de ser pequeña, y la ausencia de tránsitos en 2004 y su posterior descubrimiento en 2007.
“Las simulaciones informáticas predijeron la existencia de un pequeño planeta que orbitaba GJ 436 y que perturbaba al planeta interior causando cambios en su órbita. Además, estudiamos los datos disponibles de las observaciones de velocidades radiales, lo que nos permitió encontrar la posible señal de un planeta que encajaría perfectamente con las simulaciones llevadas a cabo”, destaca el investigador.
Un sistema similar fue utilizado en el siglo XIX para detectar Neptuno. Entre 1843 y 1845, los astrónomos Urbain Le Verrier y John Adams estudiaron los movimientos de Urano en el Sistema Solar y detectaron desviaciones que atribuyeron a la perturbación causada por otro planeta. Un año más tarde, gracias a esas predicciones, el científico Johann Gottfried descubrió Neptuno.
Junto al investigador y director del estudio, Ignasi Ribas, miembro del Instituto de Ciencias del Espacio y del Institut d’Estudis Espacials de Catalunya, ha trabajado el también investigador del CSIC Andreu Font y el investigador del Institute d’Astrophysique de París Jean-Philippe Beaulieu.