La profesora Manuela Martínez, del departamento de Psicobiología, desarrolla una investigación pionera en el ámbito mundial donde destaca el deterioro de la salud integral de las mujeres provocado por la violencia física y también las agresiones psicológicas, más complicadas de ser detectadas y tratadas.
Todos los indicadores de salud mental, física, hormonales e inmunológicos empeoran en las mujeres que han sufrido violencia de género, tanto física como psicológica. Esta es la conclusión de un estudio elaborado por el departamento de Psicobiología de la Universidad de Valencia, liderado por la profesora Manuela Martínez, en el cual se ha hecho un seguimiento de 182 mujeres de la Comunidad Valenciana que habían recibido agresiones.
El trabajo, desarrollado en dos periodos 2000-2002 y 2003-2005, ha revelado que pese a los elevados niveles de deterioro de la salud generados por los maltratos, las mujeres pueden recuperar su salud. Pero “es necesario que dejen de convivir con su agresor. Nuestro consejo a las mujeres maltratadas claro está: No vivas con él”, explica Martínez.
La innovación de esta investigación sobre la influencia de la violencia de género en la salud de las mujeres estuvo incluir las agresiones de tipos psicológicos, como también analizar varios parámetros clave para conocer su salud integral. Las científicas dispusieron de la colaboración de la Generalitat Valenciana para contar con la participación de 182 mujeres maltratadas, puesto que todas ellas habían acudido a Centros Mujer 24 horas para denunciar agresiones.
Mediante entrevistas y la obtención de muestras de saliva (dos veces al día), el equipo de Manuela Martínez, determinó cómo perjudicaba a la salud mental y física la violencia psicológica y física. Por ejemplo, observaron que la depresión y la ansiedad afectaban al 31% de las mujeres que habían sufrido violencia psicológica y al 35% y 39%, respectivamente, de las que habían tenido maltratos físicos.
Por su parte, de los 35 síntomas de salud física analizados por el departamento de Psicobiología de la Universitat de València, la violencia psicológica agravaba 12, mientras que la física, incrementaba 14 de ellos, entre los cuales destacan los mareos, la temblor de manos, las pesadillas, la fatiga, el dolor de pecho o las palpitaciones.
En cuanto al sistema hormonal de las mujeres afectadas por violencia de género, el equipo de Manuela Martínez, al cual pertenecen Concepción Blasco y Segunda Sánchez, detectó un incremento y alteración del niveles de hormonas responsables del estrés, como por ejemplo el cortisol, que aumentaba durante la tarde. También se comprobaron cambios en la hormona denominada DHEA.
Para testar la capacidad del sistema inmune, las expertas comprobaron la capacidad de la saliva para neutralizar el virus Herpex simplex tipo 1. Las muestras congeladas se enviaron a la Universidad de Cambridge para su estudio y los expertos comprobaron que el 63% de las mujeres víctimas de violencia psicológica veían reducida esta capacidad, mientras que sólo el 25% de las afectadas por maltratos físicas respondía adecuadamente.
Manuela Martínez insiste en un mensaje positivo: "se puede recuperar la salud cuando cesa la violencia física". A pesar de ello, los casos de violencia psicológica resultan mucho más difícil de detectar y, por tanto, de solucionar. De hecho, sólo un 17% de las mujeres estudiadas que sufrían agresiones de este tipo superaron el problema.