Investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) destacan la importancia de conocer qué tipos de metas persiguen los alumnos en sus procesos de aprendizaje.
¿Qué mueve a las personas a esforzarse más o menos cuando tienen que estudiar y aprender? ¿Qué es lo que buscan? Basta con hacer un poco de reflexión sobre nuestra vida de estudiantes para descubrir que nuestro esfuerzo (o la ausencia del mismo) se debe a que las metas que tratamos de conseguir son distintas: a veces nos esforzamos por entender los contenidos a estudiar y por adquirir los conocimientos sobre cómo actuar para resolver distintos tipos de problemas.
Otras veces nos preocupan los resultados que obtenemos, con independencia de que aprendamos más o menos; y en otras ocasiones, lo que se busca es evitar quedar mal frente a los demás o quitarnos de encima una tarea que no nos gusta. Es así como se afirma, desde el campo de la psicología, que las 'orientaciones motivacionales' de las personas son diferentes.
Sin contradecir lo anterior, un trabajo realizado por especialistas de la Facultad de Psicología de la UAM, ha puesto de manifiesto otros hechos cuyo conocimiento tiene especial importancia para profesores y educadores.
Según los investigadores Jesús Alonso Tapia, Juan A. Huerta y Miguel A. Ruiz, tras una 'orientación motivacional' hay metas específicas, que son las que realmente mueven a las personas. Por ejemplo, se puede querer aprender por la experiencia gratificante que supone llegar a saber, pero también porque saber es útil para distintos propósitos, o porque saber nos permite ser útiles y ayudar a otras personas.
Asimismo, tras la preocupación por los resultados puede estar simplemente el deseo de conseguir una nota que no nos cree problemas, el de experimentar el orgullo de saber que somos mejores que los demás y de recibir elogios por ello, o el de conseguir las recompensas que pueden seguirse de un buen resultado.
Igualmente, se puede desear abandonar el trabajo por miedo al fracaso (público o no) que puede seguir, por evitar el aburrimiento de tener que aprender cosas cuyo sentido no vemos, o porque no queremos seguir con un profesor que pasa de nosotros o incluso nos ridiculiza.
Que lo que preocupe a los alumnos sea conseguir una u otra de estas metas no es indiferente, porque afecta a la manera de afrontar el trabajo académico. Si sólo preocupa aprobar, se trabajará siguiendo la ley del mínimo esfuerzo. Si sólo preocupa superar a otros, puede que el alumno se esfuerce, pero no tanto por asimilar en profundidad lo que se estudia cuanto por aprender lo necesario para sacar una buena nota. Si por el contrario se busca comprender, el alumno trabajará relacionando conocimientos, buscando aclaraciones, escogiendo las tareas que le permiten aprender, aunque no sean las más fáciles. Pero si además busca ser útil, el esfuerzo suele ser aún mayor.
Contra lo que pueda parecer, se ha comprobado que sólo perseguir las metas agrupadas bajo la expresión “orientación al aprendizaje” se asocia de modo positivo al rendimiento académico. Curiosamente, las alumnas buscan este tipo de metas más que los alumnos, quienes se preocupan más por los resultados. Por este motivo es fundamental conocer cómo organizar y desarrollar la docencia y el trabajo del alumno para crear un “clima motivacional orientado al aprendizaje”, tema objeto de otro trabajo.