España comenzará a administrar hoy la primera dosis en los niños de 5 a 11 años. Los ensayos clínicos en esta población confirman su seguridad y eficacia. Los expertos tienen claro que la vacunación es la medida más eficaz para frenar la pandemia actual.
Tras la llegada a nuestro país de la primera remesa de vacunas pediátricas contra la covid-19, este miércoles comenzará la administración de la primera dosis en niños de 5 a 11 años en las distintas comunidades autónomas. La vacunación se iniciará con los menores de más riesgo y en las cohortes de mayor edad.
Todo comenzó a finales de noviembre, cuando la Agencia Europea del Medicamento (EMA) apoyó la extensión de la licencia en el continente de las farmacéuticas Pfizer y BioNTech para el uso de su pauta en este tramo de población. El 7 de diciembre, la Comisión de Salud Pública (CSP) del Sistema Nacional de Salud español aprobó este procedimiento.
Si bien la investigación para tener disponibles vacunas contra el SARS-CoV-2 ha sido rápida, el desarrollo de compuestos adaptados a la población infantil no ha sido prioritario dado el impacto menor en esta población. No obstante, los menores suponen parte de la cadena de contagio.
La infección en niños suele ser leve incluso en neonatos y posee muy baja mortalidad, pero con algunos casos graves. En general, se contagian de un adulto –porque ellos son menos contagiosos– y fuera del ámbito escolar. Desde que se inició la pandemia ha habido en España 10 muertes en menores de 10 años y más de 180 ingresos en UCI pediátrica.
“El beneficio individual para los niños es muy escaso, pero no cero”, explica a SINC Roi Piñeiro, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario General de Villalba. “Su carga de la enfermedad justifica la vacuna. Existen otras patologías frente a las que ya estamos vacunando cuya incidencia de casos graves es incluso menor que en la covid-19”.
En este contexto, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) subraya la importancia de esta vacunación para proteger a los niños y niñas, en especial, a quienes poseen factores de riesgo. Aunque la población pediátrica presenta cuadros menos graves que otros grupos de edad, hay casos en los que es especialmente importante inmunizar.
El beneficio individual para los niños es muy escaso, pero no cero. Su carga de la enfermedad justifica la vacuna. Existen otras patologías frente a las que ya estamos vacunando cuya incidencia de casos graves es incluso menor que en la covid-19
“Este gran abanico de manifestaciones de la infección ha generado dudas en algunos padres, que preguntan sobre la conveniencia o no de vacunar”, apunta Pedro Gorrotxategi, vicepresidente de AEPap. “Pero la vacunación en este grupo de edad es importante y necesaria”.
Esta misma semana, el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP) han publicado un documento que revisa la evidencia científica disponible sobre la vacunación pediátrica frente a la covid-19 en España. El informe resuelve que la vacunación es la medida más efectiva para combatir la pandemia actual.
“Las medidas no farmacológicas –como el distanciamiento físico y la higiene respiratoria y de contacto– contribuyen al control de la diseminación de la infección, pero algunas de ellas no se pueden mantener de forma indefinida sin que se afecte la normalidad deseada”, sostiene.
Igualmente, el trabajo subraya que los ensayos clínicos realizados en esta edad han demostrado que la vacunación es eficaz y cuenta con un perfil de seguridad favorable. Los principales efectos secundarios son los habituales: fiebre, escalofríos, cansancio, cefalea y mialgias.
Para Piñeiro, miembro también del Comité de Medicamentos de la AEP, “la relación beneficio/riesgo de la vacuna es favorable. El riesgo de efectos negativos graves es menor que las posibles complicaciones que pueden aparecer en caso de enfermedad. Se han administrado más de cinco millones de dosis en niños de 5 a 11 años en otros países y de momento no se ha registrado ningún caso grave de miocarditis”.
Además, hay que considerar que la vacunación en los niños disminuiría la carga de enfermedad en este grupo de edad –actualmente el de mayor incidencia con más de 200 casos por 100.000–, y las secuelas colaterales de la pandemia en niños y adolescentes, como la falta de regularidad en la escolarización y los trastornos de salud mental.
“Debe tenerse en cuenta también que la circulación del virus facilitada por las cohortes de población sin vacunar, como son los niños, podría facilitar la selección de variantes para las que las actuales vacunas pudieran ser menos eficaces”, subraya la comunicación.
Cuando se vacunó a los adolescentes de 12 a 18 años disminuyó la incidencia en esa franja de edad. Ahora se espera que ocurra lo mismo entre los 5 y 11 años, la población más afectada en este momento
En cuanto a las previsiones en los próximos meses, Gorrotxategi asegura que “cuando se vacunó a los adolescentes de 12 a 18 años disminuyó la incidencia en esa franja de edad, y ahora se espera que ocurra lo mismo entre los 5 y 11 años, la población más afectada en este momento”.
La vacuna contra la covid-19 se ha demostrado eficaz y segura en menores, tanto en niños como adolescentes, aunque debe priorizarse siempre en adultos y poblaciones de mayor riesgo. En los más pequeños, se trata de una decisión que debe tomarse en función de la situación epidemiológica y de la contribución al control de la infección en la comunidad.
“La vacunación infantil puede servir como protección no solo individual, sino también de las personas vulnerables de su entorno”, afirma Francisco Álvarez García, pediatra de Atención Primaria en el Centro de Salud de Llanera (Asturias) y coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la AEP, en declaraciones al COVID-19 Vaccine Media HUB.
“Se recomienda por el derecho a la protección individual de los niños frente a una enfermedad, que aun cursando leve en general puede hacerlo de forma grave, así como para apoyar al mantenimiento de espacios educativos seguros, que permitan una normalización de la escolaridad, relaciones interpersonales y el bienestar psicoemocional de estos niños”, añade.
Eso sí, para Piñeiro “es mejor informar que recomendar, pues en el momento que un sanitario recomienda influye en los padres. Y todas las decisiones deben ser respetadas. Debemos avisar a las familias sobre la existencia de la vacuna, su efectividad y sus posibles efectos secundarios, así como de la baja incidencia de la enfermedad en niños y el escaso riesgo de complicaciones”.
“Cada niño vacunado nos acercará un poco más al final de la pandemia, al menos tal y como la hemos conocido. La última etapa no es la erradicación del coronavirus, sino aprender a convivir con dicho virus sin colapsar el sistema sanitario”, concluye el pediatra.