Tres centros tecnológicos de Castilla y León (Cidaut, Cedetel e ITCL) se han unido en el proyecto Dhemos para mejorar la movilidad sostenible de las ciudades mediante vehículos eléctricos. El desarrollo de infraestructuras de recarga, de comunicaciones y redes eléctricas inteligentes, así como el avance hacia un vehículo eléctrico eficiente centran las investigaciones.
La movilidad supone todo un reto en las grandes áreas urbanas. A los costes económicos que genera el tráfico urbano se unen los costes de tiempo que emplea cada ciudadano en trasladarse de un punto a otro de la ciudad. En todo este entramado, el aspecto medio ambiental también juega un papel importante, teniendo en cuenta la contaminación del tráfico rodado o los objetivos europeos 20-20-20 (reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 por ciento, ahorrar el 20 por ciento del consumo de energía y promover las energías renovables hasta el 20 por ciento del total de la demanda en el horizonte de 2020).
En este contexto la mejora de la movilidad urbana es esencial para cumplir estas directrices, por lo que tres centros tecnológicos de Castilla y León, los vallisoletanos Cedetel y Cidaut y el burgalés ITCL (Instituto Tecnológico de Castilla y León), han llevado a cabo un proyecto para contribuir a una movilidad “sostenible”. Como detalla el investigador de Cedetel Mario Ramírez, se trata de fomentar una movilidad “eficiente, limpia y ecológica” a través del vehículo eléctrico, “que está empezando a surgir con fuerza y a implantarse en el mercado”.
El proyecto, denominado Dhemos, aúna la experiencia de cada uno de los centros tecnológicos en las tres “patas” que sustentan el vehículo eléctrico: el desarrollo de infraestructura de recarga, dispositivos y servicios en el caso del ITCL; las comunicaciones y la implementación de redes eléctricas inteligentes (smart grids) en el de Cedetel; y el propio vehículo eléctrico y su optimización energética en el caso de Cidaut, que además coordina todos los trabajos.
“El proyecto da una vuelta de tuerca a lo que tradicionalmente se viene planteando. Mientras que hasta ahora se utiliza la red eléctrica exclusivamente para recargar el vehículo, nosotros hemos añadido una cosa más; que el vehículo además de requerir energía del sistema, tiene batería que pueda aportar también al sistema cuando se produzca algún tipo de problema o incidencia en la red, si el usuario no lo está utilizando en ese momento”, detalla Ramírez.
Mediante herramientas de simulación, Cedetel ha estudiado qué sucedería si los propietarios de los vehículos eléctricos vendieran su energía sobrante cuando no vayan a necesitarla. “Esto les permitiría rentabilizarlo”, asegura el investigador. Para ello, el centro ha diseñado una arquitectura de comunicaciones que integra a todos los agentes involucrados en este nuevo modelo de operación y negocio.
Maximizar la autonomía
Por otro lado, Cidaut se ha encargado de la optimización del modelo energético del vehículo eléctrico de cara a maximizar su autonomía. Así, han instrumentalizado uno de estos vehículos para medir sus parámetros de consumo y han extraído modelos matemáticos de comportamiento y emisiones de CO2 que permiten analizar criterios de optimización.
Finalmente, el ITCL se ha ocupado de identificar dispositivos y servicios para usuarios de vehículos eléctricos, como la posibilidad de seleccionar rutas por criterios energéticos. Del mismo modo, el centro tecnológico burgalés ha desarrollado algoritmos para la optimización de la gestión de la recarga y ha realizado estudios de movilidad urbana y periurbana y receptividad al vehículo eléctrico.
Tal y como subraya Mario Ramírez, la colaboración entre centros ha sido “muy productiva” y ha servido para descartar un aspecto que preocupaba a los investigadores: la realización de tantos ciclos de carga y descarga no supone una reducción drástica del ciclo de vida de las baterías si la descarga se lleva a cabo de forma adecuada.