Durante el accidente nuclear de Fukushima se emitieron a la atmósfera gran cantidad de elementos radiactivos, que llegaron a lugares tan alejados de Japón como España. Aunque las cantidades detectadas en nuestro país fueron muy bajas, así lo confirman las mediciones de yodo-131 y yodo-129 registradas en Sevilla por investigadores del Centro Nacional de Aceleradores.
El 11 de marzo de 2011 la central nuclear de Fukushima, la ciudad japonesa donde esta semana ha vuelto a ocurrir un terremoto, liberó multitud de elementos radiactivos a la atmósfera. Investigadores del Centro Nacional de Aceleradores (CNA), en Sevilla, han analizado ahora los que llegaron a la capital hispalense. En concreto, el yodo-131 y el yodo-129, cuyo periodo de desintegración (tiempo necesario para que se desintegren la mitad de los núcleos de una muestra) es, respectivamente, de 8 días y casi 16 millones de años.
A pesar de que la 'vida' del yodo-131 es mucho menor que la del yodo-129, el primero presenta una elevada toxicidad, de ahí que sea de gran interés su estudio tras accidentes nucleares. Aunque, precisamente por esa corta vida, una vez ha transcurrido cierto tiempo, ya no se puede evaluar el impacto de este nocivo isótopo, puesto que ya no es detectable.
De este hecho se ha partido para desarrollar el estudio, publicado en el Journal of Environmental Radioactivity, ya que conociendo la cantidad de yodo-129 de una zona se puede conocer la cantidad de yodo-131 que llegó a ese punto, aun habiendo pasado mucho tiempo. Se trata de reconstruir la señal del yodo-131 a partir de la del yodo-129, que permanece mucho tiempo después del accidente.
En este trabajo se han comparado la cantidad de yodo-129 y yodo-131 presente en muestras atmosféricas tomadas en Sevilla durante los meses de marzo y abril de 2011, cuando la nube radiactiva llegó desde Fukushima a España.
Para ello se regristraron medidas de la cantidad de yodo-129 en filtros de alto volumen (para partículas), de carbón activado (para yodo gaseoso) y en agua de lluvia durante los días previos y posteriores al accidente. El yodo-131 ya se midió en su momento en estas muestras, donde aparecía por la catástrofe nuclear. Normalmente los valores no son detectables. Hoy en día ya no es posible detectar el yodo-131 en estas muestras por su corta semivida.
La primera detección de yodo-131 después del accidente de Fukushima en España se tomó en filtros de alto volumen en Sevilla durante el período del 14 al 21 de marzo, seguido de Cáceres y Barcelona.
Valores bajos en Sevilla
En general, la comparación de los niveles de yodo-129 detectados en las muestras con los presentes en la literatura científica muestra que sus concentraciones en Sevilla justo después del accidente de Fukushima no era especialmente alto. Estos valores son claramente inferiores a esas mediciones realizadas en las zonas afectadas directamente por los accidentes nucleares o de combustible nuclear plantas de reprocesamiento.
De hecho, la presencia de yodo-129 en la atmosfera en condiciones normales es mayor que los niveles resgistrados en Sevilla por el accidente de Fukushima. Esto se debe a las emisiones de las plantas europeas de Sellafield y La Hague. Las condiciones meteorológicas de aquellos días, sin embargo, hicieron que los vientos predominantes provinieran del Atlántico (de donde vino la señal de Fukushima), y no del norte, de donde vendrían las emisiones de las plantas de reprocesamiento.
Además, cuando se comparan con la zona Central y Norte de Europa, las concentraciones de yodo-129 en Sevilla son típicamente similares o inferiores. Incluso los niveles se encuentran en filtros de aerosol después de la accidente son similares a los medidos en el mismo lugar en 2001 y 2002.
Por tanto, se puede afirmar que el impacto del accidente de Fukushima en Sevilla no fue de relevancia en comparación con los valores de fondo detectados en esta ciudad, según los autores. Además, la señal de yodo-129 es detectable en todas las muestras y es perfectamente congruente con la del yodo-131, lo cual permitiría, a priori, reconstruir su señal a partir de la de yodo-129.
El estudio también demuestra que la espectrometría de masas con aceleradores (AMS) utilizada en este trabajo es una técnica extremadamente sensible que permite realizar estudios de radioactividad ambiental incluso pasados muchos años después del impacto de las actividades nucleares.
Referencia bibliográfica:
J.M. Gómez-Guzmán, J.M. López-Gutiérrez, R. García-Tenorio, L. Agulló, J.I. Peruchena, G. Manjón, M. García-León. "Estimating the impact from Fukushima in Southern Spain by 131I and Accelerator Mass Spectrometry detection of 129I". Journal of Environmental Radioactivity 1-9, 2016. http://dx.doi.org/10.1016/j.jenvrad.2016.03.008