El estudio aparece publicado en ’Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)’

Los receptores de nicotina en la boca abren la puerta a nuevos tratamientos antitabaco

Científicos portugueses y americanos han descubierto por primera vez receptores de nicotina en las papilas gustativas. Hasta ahora se creía que esta sustancia tenía que migrar hasta el cerebro para provocar la adicción al tabaco. Este nuevo descubrimiento revela una segunda vía para la adicción y una posible diana para los fármacos antitabaco.

Foto: William A. Clark.
Foto: William A. Clark.

Los investigadores investigaron la ausencia de una proteína en el ratón, la llamada TRPM5, asociada al reconocimiento de sabores amargos (como la nicotina), ya que investigaciones previas sugirieron que el sabor es importante para la adicción al tabaco. Así, los individuos con una capacidad extrema de detectar sabores amargos son más resistentes a la adicción al tabaco, mientras que las lesiones en la ínsula, una región del cerebro donde se localiza la corteza gustativa, pueden afectar a la adicción al tabaco.

Cuando los expertos compararon animales normales con animales que carecían de TRPM5 en presencia de soluciones de nicotina y quinina (que también tiene un sabor amargo), observaron que aunque los animales TRPM5 negativo eran incapaces de detectar los sabores amargos, todavía eran capaces de distinguir la nicotina del agua, y aún más sorprendentemente, de la quinina. Estos resultados sugerían la existencia de una segunda vía de reconocimiento, que es independiente de la TRPM5 y del gusto.

Otros estudios en ratas revelaron la existencia de receptores de nicotina en las células de los receptores gustativos y en los nervios gustativos de la boca, los cuales, cuando eran estimulados por la nicotina, activaban la corteza gustativa con un patrón neuronal diferente al obtenido mediante el reconocimiento del sabor amargo puro, como en el caso de la quinina.

Sin embargo, cuando se depositaban sobre la lengua inhibidores de los receptores colinérgicos nicotínicos (nAChRs), utilizados para dejar de fumar, tanto los efectos de la nicotina en el comportamiento como los neurológicos eran similares a los obtenidos con la quinina.

Los resultados revelan que la nicotina estimula dos sistemas en la boca, uno relacionado con la TRPM5, que también se utilizaba para reconocer otras sustancias amargas, como la quinina, y un segundo sistema aparentemente específico para la nicotina e independiente de la TRPM5. Este último sistema está probablemente asociado a la adicción a la nicotina.

La clave reside en el hecho de que el daño en el área cerebral de la ínsula, donde se sitúa la corteza gustativa, puede eliminar toda adicción al tabaco, incluso en fumadores crónicos que consumían varios paquetes hasta el día anterior a la lesión. Si se confirma que los receptores de nicotina en la boca están asociados a estos efectos de la ínsula, su bloqueo puede convertirse en “el” arma contra el tabaco.

En cualquier caso, el descubrimiento ofrece la posibilidad no sólo de usar fármacos antitabaco por vía tópica, evitando de esta forma muchos de los efectos secundarios observados con el uso sistémico de fármacos, sino también de crear un segundo frente de ataque, contribuyendo así a conseguir tratamientos antitabaco más eficaces cruciales en un mundo donde el tabaco todavía mata a más de 5 millones de personas al año en todo el mundo.

La dificultad de dejar de fumar

El poder de la nicotina reside sobre el cerebro. Al inhalar, el humo lleva la nicotina hasta los pulmones desde donde entra en la circulación sanguínea y es transportada hasta el cerebro. Aquí se une a los nAChRs, donde produce la liberación de neurotransmisores del “bienestar”, como la dopamina.

El problema es que la exposición prolongada a la nicotina produce un aumento del número de receptores nicotínicos en el cerebro y, eventualmente, a la tolerancia a la dopamina. Esto significa que cuando se deja de fumar, no son suficientes otros estímulos para producir una cantidad suficiente de dopamina para inducir la sensación de placer, produciéndose un estado general de “insatisfacción”, bien conocido por todos aquellos que están intentando dejar este hábito.

Los fármacos que combaten la adicción tabáquica interfieren con los receptores de nicotina en el cerebro, y aunque van desensibilizando lentamente al individuo de la dopamina, no sólo van asociados a una multitud de efectos secundarios, como depresión grave, sino que también tienen unas tasas de éxito bajas, y a largo plazo sólo aproximadamente un 20% de las personas siguen sin fumar.

Aunque las cifras están disminuyendo lentamente en los países enriquecidos, la proporción de fumadores sigue aumentando en los países en desarrollo, donde fuma hasta un 40% de la población.

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Referencia bibliográfica:
Albino J. Oliveira-Maia et al. “Nicotine activates TRPM5-dependent and independent taste pathways”. Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) - Enero 2009.

Fuente: GPEARI
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