Las pruebas nucleares de los años 60 y 70, así como el accidente de Chernobyl, dejaron su marca radiactiva en los líquenes. Así lo confirma un análisis de isótopos de cesio y yodo efectuado en el Centro Nacional de Aceleradores, en Sevilla, con muestras procedentes de líquenes suecos.
Investigadores del Centro Nacional de Aceleradores (Universidad de Sevilla-Junta de Andalucía-CSIC), en colaboración con otras entidades, han estudiado los niveles de cesio-137 (137Cs) y yodo-129 (129I) en muestras de líquenes suecos, y han analizado el origen de estos radioisótopos.
La concentración de 129I, un radionúclido cuya abundancia ha sido alterada por la acción del hombre, fue recogida en varias capas del líquen Cladonia alpestris. Las muestras se tomaron en la zona centro de Suecia durante los periodos 1961-1975 y 1987-1998 y analizadas con el sistema de espectrometría de masas con aceleradores (AMS) del que dispone el CNA.
Los resultados obtenidos en el periodo 1961-1975 indican que el cociente entre 129I/137Cs se duplicó, poniéndose de manifiesto las consecuencias de las pruebas nucleares atmosféricas desde los años 60 hasta mediados de los 70.
Por su parte, al analizar los líquenes correspondientes al periodo 1987-1998, el comportamiento de las concentraciones de 137Cs indicaba los efectos propios del accidente de Chernobyl.
De este estudio también se obtuvo información referente a la distribución espacial del yodo y cesio dentro del liquen. En concreto, se ha detectado que el 129I ocupa las posiciones más profundas del liquen mientras que el 137Cs se posiciona en las zonas más altas.
Esta distribución vertical tiene una gran importancia en radioecología puesto que el liquen es el principal eslabón en la cadena alimenticia del liquen-reno-hombre. De hecho, los renos tan solo se alimentan de la parte superior del liquen.
Los líquenes son organismos cuyo origen se sitúa en una simbiosis entre algas y hongos. Durante décadas, han sido utilizados bioindicadores de deposición atmosférica de metales pesados, elementos radioactivos así como compuestos orgánicos. Al tomar sustancias directamente del aire, actúan como indicador de radionúclidos aerotransportados.
Además de la relación entre el cesio y yodo radiactivo, el cociente 129I/127I también ha aumentado desde los años 60 como consecuencia de las pruebas y accidentes nucleares, así como por las actividades de las plantas de reprocesamiento de combustible nuclear como las de Selaffield o La Hague.