Investigadores de la Universidad de Jaén han analizado las pinturas que decoraban un edificio dedicado al emperador en la que fuera una de las principales ciudades romanas de la península ibérica. Los resultados revelan que su riqueza cromática y buen estado de conservación las convierte en un ejemplo paradigmático de la pintura mural romana en toda la cuenca mediterránea.
Cástulo fue una antigua ciudad iberorromana, capital de la Oretania. Su yacimiento se ubica a unos 5 km de la ciudad jiennense de Linares. Ahora investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica y el Departamento de Química Física y Analítica de la Universidad de Jaén han analizado, con avanzadas técnicas no invasivas, las pinturas y pigmentos de una de sus edificaciones más emblemáticas.
En concreto, se han centrado en once fragmentos de las paredes decoradas en una habitación de un edificio de finales del siglo I d.C. dedicado al culto del emperador Domiciano, que representa uno de los momentos de mayor esplendor de esta ciudad romana.
Tras elaborar mapas de composición de elementos químicos mediante fluorescencia de rayos X y análisis puntuales con la denominada microscopía Raman, han comprobado que la riqueza y variedad de la paleta cromática empleada convierte a estas paredes de Cástulo en un ejemplo paradigmático de la pintura mural romana en la época altoimperial en toda la cuenca mediterránea. Los resultados se publican en la revista Scientific Reports del grupo Nature.
Los fragmentos analizados se han clasificado de la siguiente manera: los pertenecientes a decoración figurativa, en los que se registraron una deidad romana identificada como un Lar (dioses de la casa u hogar) y un personaje indeterminado que porta un objeto en la cabeza; figuras de animales, como un mochuelo, que es alegórico de la diosa Minerva, y una cabra, posiblemente Amaltea que, de acuerdo con el relato mitológico, amamantó de niño a Júpiter.
Además, otro fragmento mostraba un carcaj, símbolo de Cupido que, aunque no se identifica en dicha estancia, sí que aparece en el denominado mosaico de Los Amores, descubierto en la habitación contigua.
En estas muestras, el rojo y el amarillo cubren grandes áreas o paneles donde el primero se superpone al segundo en parte y ambos son delimitados con líneas blancas. Los paneles rojos sirven de fondo a la decoración figurativa en la que se emplea el repertorio típico romano de colores blanco, amarillo, rojo, rosa, marrón, verde y azul.
“El método analítico implementado para estudiar las muestras permite una separación precisa de la información química de los fondos y escenas, así como la identificación de los componentes del pigmento en capas superpuestas, la detección de componentes minoritarios y el esclarecimiento de mezclas de pigmentos”, explican los autores.
Otros fragmentos presentan decoración no figurativa de superficies y bandas. El primer grupo consta de azul, con una capa de un solo color aplicada directamente sobre la pared. El resto muestra capas superpuestas de pintura, donde el amarillo está parcialmente cubierto por una capa de líneas rojas y blancas que separan el amarillo del rojo. Los demás colores se aplicaron sobre estos fondos.
Los datos recopilados hasta ahora permitieron clasificar las pinturas como del tercer o cuarto estilo pompeyano, según la paleta utilizada y las figuras mitológicas representadas.
Respecto a las técnicas, la elaboración de mapas de composición elemental permitió obtener una visión general diferencial de la composición de la ropa, los cuerpos y las áreas decoradas con líneas blancas, en comparación con los fondos de color.
Se detectó una concentración relativa de estroncio en la superficie de los fragmentos con decoración figurativa tres veces mayor que en los fondos rojos y amarillos. Y lo mismo puede decirse de las líneas blancas que separan superficies de diferente color en los fragmentos con decoración no figurativa.
Mapas de composición elemental elaborados por los investigadores, analizando la presencia de elementos como el plomo (Pb), estroncio (Sr), mercurio (Hg) y cobre (Cu). / UJI
Los investigadores concluyen que las distintas figuras presentes en la decoración fueron realizadas con pigmentos que compartían una base mineral común, en la que la cantidad de estroncio era significativa (tal vez con origen en el mineral estroncianita) y posiblemente intencional, en la búsqueda de otorgarlas una mayor luminosidad.
Los componentes minerales mayoritarios detectados en las muestras estudiadas comprenden hematites y cinabrio (rojos), goethita y compuestos de plomo (amarillos), carbón vegetal (negro), calcita (blanco), azul egipcio (azul) y glauconita-celadonita (verdes).
Estos componentes además se mezclaron de diferentes maneras: azul egipcio y calcita para obtener un blanco más luminoso, hematites y carbón para conseguir el color marrón y los diferentes tonos de verdes se consiguieron mezclando la glauconita-celadonita con azul egipcio.
Los investigadores resaltan la singularidad de las paredes del conjunto arqueológico de Cástulo, el óptimo estado de conservación de las decoraciones y la riqueza y variedad de la paleta cromática empleada en su decoración, “que las convierten en un excelente y representativo ejemplo de pintura mural romana”.
Además, ponen de relieve el valor arqueológico, histórico y artístico único de las pinturas de esta antigua ciudad, insistiendo en su relevancia, dentro de su marco cronológico, tanto en la península ibérica como en toda la cuenca del Mediterráneo occidental.
Referencia:
José Tuñón, Alberto Sánchez, David J. Parras, Pilar Amate, Manuel Montejo & Bautista Ceprián. “The colours of Rome in the walls of Cástulo (Linares, Spain)”. Scientific Reports 10: 12739, 2020.
La investigación se ha realizado en el marco del proyecto de investigación Cástulo: Investigación arqueométrica y transferencia social (HAR2016-74917-R) y ha contado con el apoyo de Marcelo Castro López, director del Conjunto Arqueológico de Cástulo.