Los movimientos ascetas que originaron las principales corrientes religiosas del mundo, como el cristianismo, el budismo o el islam, surgieron casi al mismo tiempo en tres regiones diferentes del mundo. A través de un modelo estadístico, investigadores de Francia y EE UU han concluido que la aparición de estas religiones fue provocada por el aumento de los niveles de vida en las grandes civilizaciones de Eurasia.
Un equipo científico de varias instituciones de Francia y EE UU ha desarrollado un modelo estadístico, basado en la historia y la psicología humana, que relaciona un aumento del bienestar de la población con la aparición de religiones moralizantes como el budismo, el islam, el judaísmo, el hinduismo y el cristianismo. Este surgimiento se produjo de forma casi simultánea en tres zonas geográficas distintas.
Nicolas Baumard, autor principal del estudio e investigador de la École Normale Supérieure en París, explica a Sinc que “aparte de la variedad de creencias –monoteísmo, politeísmo, la reencarnación o la vida futura–, las grandes religiones actuales tienen más cosas en común de lo que se cree. Comparten las mismas características básicas: énfasis en la autodisciplina, abnegación y altruismo, que se oponen a las religiones primitivas. Además, aparecen casi al mismo tiempo en sociedades muy similares y como reacción a los mismos cambios ambientales”.
Según el científico, su estudio, publicado en el último número de la revista Current Biology, desvela que, pese a las diferencias, “es muy probable que las religiones moralizantes utilicen los mismos sistemas de recompensa en el cerebro humano".
El equipo de Baumard ha utilizado “series a largo plazo para un conjunto de factores: demografía, tamaño de la ciudad, desarrollo político y cantidad de energía disponible para la gente, todo ello como una aproximación del nivel de vida”. Después, se calculó el grado en el que las diferentes variables sociales se asociaban con la aparición de las religiones.
Vida rápida frente a vida lenta
“Nuestra hipótesis –agrega– es que la riqueza fue un elemento clave. De hecho, los últimos avances en neurociencia y psicología indican que la abundancia tiene efectos predecibles en sistemas de motivación y recompensa humanos. Los individuos se alejan de las estrategias de la ‘vida rápida’, marcada por la adquisición de recursos y las interacciones coercitivas, hacia la ‘vida lenta’, caracterizada por las técnicas de autocontrol y de las interacciones cooperativas, que se encuentran en las religiones mundiales como el cristianismo, el islam, el hinduismo y el budismo”.
En línea con esta idea, los autores encontraron que “la riqueza es el mejor predictor para la aparición de las religiones moralizantes y ascéticas –el tipo de religiones en las que la gente cree en la actualidad– que no existían en las sociedades primitivas y arcaicas”, dice el investigador.
Baumard y su equipo se preguntan cuál podría ser la explicación del tardío surgimiento de las religiones moralizantes. “Una posibilidad que planteamos en este trabajo es que la aparición de estas religiones en tres zonas geográficas fuera producto de la lenta transformación del sistema de recompensa humana provocada por un aumento en el nivel de vida en las grandes civilizaciones euroasiáticas”, señala.
“Hoy damos por sentado que la religión está ligada a la moral, ya que las principales religiones son moralizantes. Sin embargo, esto no ha sido siempre así”, continúa. No hay más que fijarse en los dioses griegos, los egipcios y los aztecas. También en las sociedades de cazadores-recolectoras y comienzos de los cacicazgos la tradición religiosa se centró en los rituales, ofrendas de sacrificio y tabúes diseñados para protegerse de la desgracia y el mal.
Trascendencia personal
Todo esto cambió entre los años 500 a. C. y 300 a. C., cuando las nuevas doctrinas aparecieron en tres lugares en Eurasia. "Todas destacan el valor de la trascendencia personal", escriben los investigadores.
La idea principal de la trascendencia es que la existencia humana tiene un propósito distinto del éxito material, que se encuentra en una existencia moral y en el control de los propios deseos materiales a través de la moderación (en la comida, el sexo, la ambición, etc.); el ascetismo (ayuno, la abstinencia, el desapego); y la compasión (ayudar, sufrir con otros..).
Mientras que muchos estudiosos han argumentado que las sociedades globales son posibles y funcionan mejor gracias a las religiones moralizantes, los autores de este trabajo no están tan seguros. Después de todo, destacan, algunos de "los antiguos imperios más exitosos tenían grandes dioses sin ninguna moralidad", y ponen como ejemplos a la civilización egipcia, el Imperio Romano, los aztecas, los incas y los mayas.
Referencia bibliográfica:
Baumard et al. “Increased Affluence Explains the Emergence of Ascetic Wisdoms and Moralizing Religions”. Current Biology (11 de diciembre, 2014)