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Agencia Sinc

Las plantaciones de eucaliptos amenazan el paisaje gallego

Un equipo de investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) apunta a factores humanos como principales causantes del deterioro de los bosques gallegos, que han perdido un 20% de su territorio en los últimos 50 años, periodo estudiado en esta investigación. El investigador principal Alberto L. Teixido aboga por cambios en las regulaciones y entiende que es necesario actuar preferentemente sobre la principal amenaza del ecosistema: los eucaliptos.

Las plantaciones de eucaliptos amenazan el paisaje gallego
Bosque autóctono gallego. Foto: URJC.

Las Fragas do Eume (Galicia) han sufrido una transformación radical, agravada por una severa fragmentación de las masas boscosas y una importante pérdida de hábitats. Se trata de uno de los bosques autóctonos atlánticos mejor conservado de Europa, declarado Parque Natural en 1997.

No obstante, ha perdido el 20% de su territorio en los últimos 50 años y el paisaje de ribera de avellanos y alisos, que actúa como refugio de especies únicas de helechos, se ha recortado en 48 kilómetros y el bosque autóctono de macizos frondosos ha perdido 647 hectáreas. El diagnóstico se recoge en una investigación realizada por el Departamento de Biología y Geología de la Universidad Rey Juan Carlos encabezada por los investigadores gallegos Alberto L. Teixido y Luis G. Quintanilla.

Las conclusiones del análisis paisajístico de los cambios observados en la zona entre los años 1957 y 2003 acaban de ser publicados en la revista internacional Journal of Environmental Management.

Los impactos que han contribuido al cambio del paisaje son varios, pero por encima de todos hay uno con nombre propio: la progresiva y desaforada plantación de eucaliptos. “Estas plantaciones han reducido la superficie de los bosques autóctonos y esto causa efectos sobre la conservación, abundancia y distribución de las especies locales, algunas de ellas ya amenazadas”, advierte Teixido.

El dato es demoledor. En 50 años, la superficie en las Fragas dedicada a esta especie se ha triplicado. Mientras que el espacio ocupado por los eucaliptales suponía hace cinco décadas sólo un 6,9% del total de la superficie del parque natural, el porcentaje se ha elevado ahora a un 20%.

Pérdida del 33,9% del hábitat

Por otro lado, la construcción de un gran embalse, finalizado en 1960, también supuso un cambio brusco en la distribución espacial de la vegetación ribereña. Pese a ello, este ecosistema sigue manteniendo un enorme valor. Éste es el panorama general que afecta al conjunto de las Fragas do Eume. No obstante, el mayor daño en cuanto a pérdida de hábitat se ha observado en uno de sus ecosistemas más valiosos y característicos, los bosques de ribera. La vegetación típica que bordea y recorre el Eume y sus ríos tributarios se ha recortado en 48 kilómetros, lo que significa una pérdida de un 33,9% con respecto a los años '50.

El ecosistema ribereño bien conservando se extendía antaño por una red de 141 kilómetros, que ahora se reduce a 93,6. La deforestación del entorno del cauce fluvial es otra de las amenazas, ya que se ha incrementado en un 41,4% en el mismo período.

En 1957, el 86% del bosque estaba comprimido prácticamente en un único fragmento. Ahora, el terreno se ha fragmentado en 137 espacios aislados, la mayoría de los cuales tiene menos de una hectárea de superficie. “Se ha perdido una conectividad biológica importantísima, insalvable, que ha supuesto la pérdida de la mitad de la continuidad de la vegetación de ribera del río Eume”, admite Teixido. No obstante, desde la declaración del parque natural en 1997 se están tomando medidas que están contribuyendo a paliar su deterioro.

Toda esta situación hace necesario que la Administración refuerce las medidas de conservación para mantener los bosques originales y fomentar la conectividad biológica para evitar la fragmentación. “Las plantaciones de eucalipto deben cesar y una de las medidas favorables sería repoblar con especies autóctonas, fundamentalmente robles, las zonas de matorral para aumentar la conectividad del bosque”, apunta el investigador principal.

Fuente: Universidad Rey Juan Carlos
Derechos: Creative Commons

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