“Las independencias de América no fueron un movimiento anticolonial sino parte del proceso de transformación política y de disolución de la monarquía española” ha asegurado esta mañana Jaime Rodríguez, catedrático de Historia de América Latina en el departamento de Historia de la Universidad de California, durante su intervención en el I Foro Editorial de Estudios Hispánicos y Americanistas que, organizado por la Unión de Editoriales Universitarias Españolas (UNE) y el Instituto Cervantes, se está celebrando entre hoy y mañana en la Universitad Jaume I de Castellón.
No ha sido la única afirmación provocativa de este investigador que ha dedicado su conferencia a desarrollar dicha tesis. Destacamos tres más: "la revolución política fue más amplia que las insurgencias en las que se han fijado los historiadores"; "los residentes en las colonias crearon los movimientos insurgentes para defenderse de los franceses"; y l"a población americana quería autogobierno pero no separación".
Inés Quintero, historiadora y profesora titular de la Universidad Central de Venezuela, ha asegurado que las independencias fueron efectivamente una revolución que condujeron la población blanca criolla que, tras la guerra, rompió con el régimen anterior y se vio obligada a compartir y repartir privilegios con representantes de otros estamentos que no provenían de su misma clase social, como los generales del ejército. "Un cambio que no fue radical en la mayoría de la población".
La juventud latinoamericana está transformando la historia en una plataforma de pensamiento
Juan Marchena, doctor en Historia y profesor titular de Historia de América Latina en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ha comenzado su intervención hablando del presente y, tras subrayar que las universidades en América Latina están viviendo un fenómeno nuevo (“están llenas”), ha destacado que la juventud latinoamericana está preocupada precisamente por la definición de las identidades y el lugar que ocupan en el mundo. “La Historia se está transformando en una plataforma de pensamiento más que en una enumeración de hechos históricos”, ha explicado.
Para Marchena, las claves del proceso de las independencias no se sitúan en un punto exacto, sino que es necesario analizar un tiempo mucho más largo para entender lo que pasó. En este sentido ha ilustrado al auditorio sobre distintos aspectos y sucesos que demuestran la descomposición del régimen entre el año 1800 y 1810, y que llevaron a la gente a la calle, mucho antes de que llegaran los franceses: “Había bronca sin los franceses”, ha dicho.
Por su lado, Ivana Frasquet, doctora por la Universitat Jaume I de Castellón y profesora-investigadora del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, ha asegurado que falta una mirada de ida y vuelta del proceso, ya que "las visiones regionales que se están dando de las independencias americanas parten de visiones nacionales, de Estados que no existían en esos momentos".
Primera y segunda conquista de América
Miquel Izard, doctor en Filosofía y Letras (Sección de Historia) por la Universidad de Barcelona, ha explicado que el proceso de secesión de 1810 afectó sólo al 20% de América, y el 80% restante se había salvado de la dominación occidental. A su juicio, fue hacia 1880 cuando comenzó la segunda conquista de ese 80%,"cuando se cometieron más atrocidades”.
Izard ha señalado que el movimiento secesionista que lleva a la independencia del 20% de Latinoamérica es un movimiento de la oligarquía y que no procuró más libertad, igualdad y fraternidad en muchos casos.
Lucía Provencio, profesora contratada doctora (DEI) de Historia de América de la Universidad de Murcia, ha afirmado que en América Latina hay una demanda del sistema educativo y de las propias mujeres por conocer su papel en los procesos independentistas americanos. “Hay que nombrar a las mujeres, individual o colectivamente, no se trata sólo de documentarlas, sino que hay que estudiar las relaciones entre sexos en ese proceso, no hacerlas sujetos periféricos”, ha señalado.
Un actor desapercibido: la Junta de Sevilla
Víctor Peralta, doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, ha ilustrado al auditorio sobre la responsabilidad, en la desestabilización de las autoridades, de un actor que, a su modo de ver, ha pasado desapercibido: la Junta de Sevilla, que se convirtió a sí misma en suprema de España y de Indias.