Las poderosas erupciones que suceden en la superficie del Sol provocan violentos temblores en toda la estrella, según confirman los datos procedentes del satélite SOHO de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA. Estas observaciones proporcionan a los físicos solares nuevas claves para resolver uno de los misterios solares, además de servir para estudiar procesos parecidos en otros astros.
La corona externa del interior del Sol es una masa de gas caliente en constante movimiento, y una turbulencia en esta región provoca ondulaciones entrecruzadas por la superficie solar, haciéndola ascender y descender, siguiendo un patrón desordenado de picos y valles. La sonda SOHO (Observatorio Solar y Heliosférico) ha resultado ser excepcional para el estudio de este fenómeno. El descubrimiento de cómo se desplazan las ondulaciones alrededor del Sol ha proporcionado una información muy valiosa para conocer las condiciones internas del Sol.
El tipo de oscilaciones denominadas “las oscilaciones de 5 minutos”, con una frecuencia de alrededor de 3 milihertzios, han resultado ser especialmente útiles. Tradicionalmente se las comparaba con el sonido que se podría escuchar en mitad del desierto si se coloca una campana y los granos de arena la golpean al azar por el efecto del viento. Sin embargo, Christoffer Karoff y Hans Kjeldsen, de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), descubrieron en los datos algo muy diferente. “La señal que apreciábamos es como si alguien se acercase ocasionalmente a la campana y la golpease, lo que nos llevó a pensar que algo fallaba en nuestra comprensión de cómo funciona el Sol”, afirma Karoff. Así pues, comenzaron a buscar al “culpable” y descubrieron una correlación inesperada con las erupciones solares. Parecía que cuando aumentaba el número de erupciones solares, también hacía lo propio la violencia de las oscilaciones de 5 minutos. “La correlación era tan fuerte que no había ninguna duda al respecto”, recalca Karoff.
En la Tierra se conoce un fenómeno similar después de que se producen los grandes seísmos. Por ejemplo, tras el terremoto de 2004 en Sumatra-Andaman, las ondas sísmicas se propagaron durante varias semanas por toda la Tierra como lo hace el sonido de una campana. El reto ahora es tratar de entender el mecanismo por el cual las erupciones provocan las oscilaciones. Karoff declara: “No estamos totalmente seguros de cómo las erupciones del Sol avivan las oscilaciones globales”.
A nivel más general, esta correlación sugiere que, buscando oscilaciones similares en otros astros, los astrónomos pueden realizar un seguimiento de las erupciones. Karoff ya ha usado instrumentos avanzados incorporados en los grandes telescopios terrestres para observar otros astros como el Sol. En varios casos detectó las señales indicando la presencia de oscilaciones que pudieran tener su origen en erupciones. “Ahora necesitaremos vigilar esos astros durante centenares de días”, afirma, y para ello se requerirá un telescopio espacial de uso exclusivo, como el COROT (de la agencia espacial francesa –el CNES- y la ESA). El trabajo difícil no ha hecho más que empezar.