¿El matrimonio ‘protege’ nuestra salud mental? Varios estudios ya han asociado estar soltero con una mayor probabilidad de desarrollar síntomas depresivos. Una investigación a gran escala revela ahora que esta vulnerabilidad afecta especialmente a los hombres con estudios superiores de los países occidentales. El consumo de alcohol y tabaco aumenta la amenaza.
La relación entre matrimonio, soltería y estado mental no es nueva. Son muchos los estudios que han asociado estar casado con una mejor salud en general y el bienestar psicológico y emocional en particular. Un efecto que se experimenta también en otras forma de convivencia de pareja, según un artículo publicado en 2023.
Un nuevo artículo, publicado hoy en Nature Human Behaviour, ahonda en esta cuestión y va un paso más allá. Los autores, liderados por Kefeng Li, de la Universidad Politécnica de Macao (China), señalan que las investigaciones previas sobre este vínculo se han centrado principalmente en muestras occidentales con una heterogeneidad importante, y que sus resultados suelen diferir de un país a otro.
Además, argumentan, se sabe poco sobre la interacción entre el estado civil y otros factores, como las variaciones en el estatus socioeconómico, la edad y la educación.
Para tratar de solventar las lagunas que habían percibido, han ‘chequeado’ la salud mental relacionada con el matrimonio entre más de 100 000 personas de EE UU, Reino Unido, México, Irlanda, Corea, China e Indonesia. Siete países con obvias diferencias culturales, que también intervienen en la percepción de la soltería, como muestra el estudio.
Las conclusiones de este trabajo, que en algunos casos ha realizado un seguimiento que va de los 4 a 18 años para un subconjunto de 20 865 de los participantes, muestran que las personas solteras tienen un 80 % más de probabilidades de sufrir síntomas depresivos que las casadas.
Por categorías, divorciados o separados tienen un 99 % más de riesgo de síntomas depresivos, y viudos un 64 % más que los casados. Sin duda, lo más novedoso es que el riesgo de depresión es mayor en los varones solteros y entre las personas con mayor nivel educativo.
“Este estudio confirma gran parte de las conclusiones que ya hemos visto en otros anteriores. En las dos últimas décadas hemos comprobado que las personas solteras alcanzan un grado menor de satisfacción y felicidad en su día a día; se sienten más vulnerables emocionalmente y pueden sufrir cuadros depresivos con más facilidad que las personas casadas”, explica a SINC la psicóloga María Jesús Álava Reyes, profesora colaboradora de la Universidad Alfonso X El Sabio y de la Universidad Complutense de Madrid.
“No obstante, lo más novedoso es el hecho de que el riesgo de sufrir depresión es mayor entre los hombres solteros que entre las mujeres solteras”, añade. “La proporción de depresión entre las mujeres siempre ha sido muy superior a la que presentan los hombres. En consecuencia, aquí el estado civil ha sido determinante para invertir las cifras de depresión, que encabezan en este caso los varones”.
Para Álava, el motivo por el que las mujeres solteras se deprimen menos que los hombres solteros podría deberse a que tienen más recursos que ellos y participan más en actividades sociales.
“El soltero puede presentar menos recursos para combatir la soledad o la insatisfacción de no tener una familia en el sentido tradicional, mientras que la mujer soltera puede buscar vías de realización complementarias que llenen su vida en el terreno afectivo, personal, o social”, afirma.
Las mujeres suelen tener mayor comunicación con su entorno, más relaciones sociales, más amistades, más implicación con la familia de origen, todos ellos factores protectores de la sintomatología depresiva
Las mujeres, a diferencia de los hombres, son más activas a la hora de participar en actividades de grupo de todo tipo, desde culturales a las relacionadas con la naturaleza. “Generalmente, las mujeres tienen mayor nivel de comunicación con su entorno, más relaciones sociales, más amistades, más implicación con la familia de origen, todos ellos factores protectores de la sintomatología depresiva”, aclara Álava.
Lo que no resulta sorprendente, según esta experta, es que la proporción de depresión aumente entre aquellos que tienen un nivel educativo más alto: “En nuestra práctica diaria comprobamos que un mayor nivel de estudios se corresponde en general con un mayor nivel de expectativas, y cuando estas no se cumplen, aumenta el desánimo, la frustración y la desesperanza”.
Los resultados del nuevo estudio sugieren también que la cultura influye en estos síntomas depresivos, ya que, según han comprobado los investigadores, los participantes solteros de países occidentales incluidos en el estudio (EE UU, Reino Unido e Irlanda) presentaban un mayor riesgo de depresión que sus homólogos de países orientales (incluidos Corea del Sur, China e Indonesia).
La investigación repara en cómo el consumo de sustancias favorece el estado depresivo, con diferencias entre los países en cuanto a la droga consumida. Así, el alcohol aumenta el riesgo de síntomas depresivos entre los participantes viudos, divorciados o separados y solteros chinos, coreanos y mexicanos. Sin embargo, el tabaquismo se identificó como un mediador entre los solteros en China y México.
Algo que se confirma también en nuestro país a través de la práctica clínica, como confirma María Jesús Álava: “En nuestro ejercicio profesional observamos cómo el consumo de determinadas sustancias con frecuencia se incrementa en las situaciones de una soledad no deseada y no buscada”.
Los investigadores señalan que las tasas más bajas de depresión entre las parejas casadas podrían deberse al intercambio de apoyo social dentro de la pareja, al mejor acceso a los recursos económicos y a la influencia positiva en el bienestar del otro.
Sin embargo, los autores del estudio también mencionan como limitación de su trabajo que los datos se recogieron mediante cuestionarios de autoinforme y no a partir de diagnósticos clínicos de depresión, y que todas las parejas analizadas eran heterosexuales.
En la actualidad, la depresión se ha convertido en un problema de salud pública mundial, con una prevalencia media estimada del 5 % entre los adultos de todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas la sufren. Además de un profundo dolor psíquico, se asocia a un mayor riesgo de enfermedades, como las cardiopatías coronarias, y está estrechamente relacionada con la discapacidad y el suicidio en todo el mundo.
Referencia:
Xiaobing Zhai et al.: ‘Association and causal mediation between marital status and depression in seven countries’. Nature Human Behaviour (2024)