Si usted es feliz, debería agradecérselo a sus amigos, y a los amigos de sus amigos. Investigadores de dos universidades americanas han desvelado que la felicidad es un fenómeno colectivo que se difunde por las redes sociales, contagiándose como las emociones. Según el estudio, que aparece hoy en la edición on line de la revista British Medical Journal (BMJ), el efecto dura como mucho un año.
La investigación, que analizó la felicidad de casi 5.000 personas a lo largo de un periodo de 20 años, muestra que cuando una persona es feliz, el efecto de conexión en red puede medirse hasta el tercer grado, es decir, que la felicidad de una persona activa una reacción en cadena que beneficia no sólo a sus amigos, sino a los amigos de sus amigos, y a los amigos de los amigos de sus amigos.
No obstante, el tiempo de este efecto es limitado, tal y como indican los autores del trabajo. Nicholas Christakis, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard y James Fowler, investigador de la Universidad de California (ambas en EE UU), restringen hasta un año su efectividad. Sin embargo, el efecto contrario no se produce: la tristeza no se difunde por las redes sociales con la misma robustez.
"Hemos encontrado que el estado emocional puede depender de las experiencias emocionales de personas que ni siquiera se conoce, que están separadas en dos o tres grados," explica Christakis. "Y el efecto no sólo es efímero". Las conclusiones de este estudio se han publicado hoy en la edición on line de la revista BMJ.
Durante más de dos años, los autores profundizaron en los datos del Estudio Cardiológico de Framingham (un estudio permanente sobre salud cardiovascular iniciado en 1948). Los participantes aportaron información de sus amistades más próximas, compañeros de trabajo y vecinos. Christakis y Fowler analizaron la difusión de la felicidad de las 4.739 personas, en las que se observaron más de 50.000 vínculos.
Los vecinos influyen en la felicidad más que los amigos
Los investigadores encontraron que cuando un participante pasaba a un estado de felicidad, un amigo que viviera en un radio de una milla (1,6 kilómetros) experimentaba una probabilidad un 25% superior de pasar a un estado de felicidad. Un cónyuge que conviviera con él experimentaba un incremento en la probabilidad del 8%, y los hermanos que vivieran a menos de una milla experimentaban un incremento del 14%. Para los vecinos que vivieran puerta con puerta, el incremento era del 34%.
No obstante, el resultado más sorprendente se obtuvo en las relaciones indirectas. Si bien una persona que pasaba a un estado de felicidad incrementaba la probabilidad de que le sucediera a un amigo, un amigo de ese amigo experimentaba una probabilidad de casi el 10% de aumentar su felicidad, y un amigo de ese amigo presentaba un incremento de la probabilidad del 5,6%, un efecto en cascada de tres grados.
"Se observa que mientras que las personas están separadas unas de otras aproximadamente por seis grados, nuestra capacidad para influir en otros parece llegar sólo a tres grados", comenta Christakis.
Estos efectos están limitados tanto por el tiempo como por el espacio. Cuanto más cerca viva un amigo, más fuerte será el contagio emocional. Pero a medida que aumenta la distancia, el efecto se disipa. Asimismo, el efecto de transmisión de la felicidad aparentemente se agota al cabo de aproximadamente un año.
La popularidad produce felicidad
Las personas que están en el centro de sus agrupamientos de red son las que tienen mayor probabilidad de pasar a un estado de felicidad, probabilidad que se incrementa en la medida en que las personas que les rodean en la red tienen gran número de amistades. Con todo, pasar a un estado de felicidad no ayuda a las personas a desplazarse del borde exterior de la red al centro.
Fowler apunta que su trabajo apunta una perspectiva muy interesante para las próximas vacaciones. Los resultados muestran que contar con unos 4.000 euros adicionales incrementa la probabilidad de una persona de ser más feliz en un 2%. Pero los mismos datos concluyen que "alguien a quien no conoce y con quien nunca se ha cruzado —el amigo del amigo de un amigo— puede tener más influencia que cientos de billetes en el bolsillo".
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Referencia bibliográfica:
James H. Fowler y Nicholas A. Christakis. “Dynamic spread of happiness in a large social network: longitudinal analysis over 20 years in the Framingham Heart Study”. BMJ, 4 DIC 2008, publicación on line.
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