A pesar de la limitación de su uso, las sustancias químicas utilizadas en productos antiadherentes y resistentes al agua –llamados compuestos perfluorados– siguen presentes en nuestra vida cotidiana donde entran en el organismo a través del agua. Por primera vez, un estudio demuestra que estos químicos también se transfieren de madres a hijos a través de la lactancia materna.
Usados en detergentes, disolventes, en la industria del teflón para utensilios de cocina, el velcro, como retardantes de llama en muebles o alfombras, en algunos tipos de envoltorios y envases, o incluso en ciertos textiles como la ropa impermeable, los compuestos perfluorados (PFC) contaminan el agua de río e incluso la de grifo y perduran mucho tiempo en el cuerpo humano, lo que puede provocar toxicidad reproductiva, alteraciones endocrina y disfunciones del sistema inmune.
Ahora, un equipo liderado por la Harvard T.H. Chan School of Public Health de la Universidad de Boston (EE UU) demuestra por primera vez que estos químicos se transfieren a los recién nacidos a través de la leche materna. Según el estudio que se publica Environmental Science & Technology, la presencia de los PFC aumenta cada mes entre un 20 y 30 % en los niños que amamantan.
“Sabíamos que pequeñas cantidades de PFCs podían aparecer en la lecha materna, pero los análisis de sangre en serie que hemos realizado revelan ahora una acumulación en los bebés mientras amamantan”, señala Philippe Grandjean, investigador en el Harvard Chan School y uno de los autores del trabajo junto a universidades danesas y el Faroese Hospital System (islas Feroe).
Para llegar a estos resultados, los investigadores realizaron un seguimiento a 81 niños que nacieron en las islas Feroe entre 1997 y 2000, y analizaron la presencia de cinco tipos de PFC en su sangre al nacer y a la edad de 11 meses, 18 meses y cinco años. También comprobaron los niveles de estos compuestos en las madres de los niños en la semana 32 de embarazo.
Cuanto más amamantan, más tóxicos acumulan
El estudio indica que en los niños que se alimentaron exclusivamente de leche materna, las concentraciones de PFCs en la sangre aumentaron entre un 20 y un 30 % cada mes. En el caso de los bebés con lactancia mixta, estas concentraciones no se incrementaron tanto.
Los científicos apuntan que en algunos casos, al finalizar el amamantamiento, los niveles de concentración de PFC en el suero de los niños excedieron los de sus propias madres. Sin embargo, un tipo de compuesto –el perfluorohexanosulfónico (PFHx)– no aumenta con la lactancia materna.
Aunque las conclusiones del trabajo sugieren que la leche materna es una fuente importante de exposición a estas sustancias tóxicas durante la infancia, los investigadores subrayan que una vez que las mujeres dejan de amamantar, las concentraciones de los cinco tipos de PFC disminuyen en los niños.
“No estamos desanimando a la lactancia materna, pero estamos preocupados por el hecho de que estos contaminantes se transfieran de generación en generación a una edad muy temprana”, concluye Grandjean.
Referencia bibliográfica:
Ulla B. Mogensen, Philippe Grandjean, Flemming Nielsen, Pal Weihe y Esben Budtz-Jørgensen. "Breastfeeding as an Exposure Pathway for Perfluorinated Alkylates" Environmental Science & Technology 20 de agosto de 2015 doi: 10.1021/acs.est.5b02237