La inteligencia ubicua cambiará nuestra vida en menos de una década

Un estudio realizado por científicos europeos, con participación de investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), analiza el futuro de las redes inalámbricas de sensores, una tecnología que aspira a cambiar nuestra vida diaria en pocos años gracias a la inteligencia ubicua.

La inteligencia ubicua cambiará nuestra vida en menos de una década
Los dispositivos sensores inalámbricos, comúnmente conocidos como “motas” se componen de dos partes fundamentales: sensores para medir las magnitudes deseadas y transceptores para realizar la comunicación radio. Foto en alta resolución

Un estudio realizado por científicos europeos, con participación de investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), analiza el futuro de las redes inalámbricas de sensores, una tecnología que aspira a cambiar nuestra vida diaria en pocos años gracias a la inteligencia ubicua.

Una red inalámbrica de sensores es un conjunto de pequeños dispositivos que se comunican a través de transmisión por radio y que son capaces de medir determinadas magnitudes, como pueden ser temperatura, humedad, velocidad, y transmitir sus valores a un nodo central que recoja y procese esos datos. En la actualidad ya existen algunos productos basados en esta tecnología y redes inalámbricas de sensores funcionando, pero se trata de casos aislados, según los científicos: “las comunicaciones entre sensores todavía no están completamente resueltas y faltan por desarrollar aplicaciones”, según una de las autoras del estudio, Ana García Armada, del departamento de Teoría de la Señal y Comunicaciones de la UC3M, que señala que estas redes de sensores probablemente serán una realidad en los próximos 10 años.

Las posibilidades que ofrecen las redes inalámbricas de sensores para mejorar nuestra calidad de vida son enormes: “Nos pueden ayudar a aprovechar de una forma óptima los recursos, con un impacto importante en la sostenibilidad medioambiental”, comenta la investigadora. “También es posible que surjan nuevas aplicaciones que faciliten la interacción de las personas con los dispositivos de comunicaciones de una forma más natural”, añade. Pero ahí no acaba la cosa, porque esta tecnología encuentra aplicaciones en campos tan diversos como la domótica, logística, seguridad, prevención de incendios, gestión de recursos naturales o sanidad, con sensores que pueden monitorizar las funciones vitales de un enfermo para evitar que tenga que acudir a una consulta para ello todos los días.

Sensores a nuestro alrededor

Además de identificar las principales aplicaciones de las redes inalámbricas de sensores, este estudio publicado en la revista científica IEEE Wireless Communications y realizado por científicos de la Red de Excelencia CRUISE (CReating Ubiquitous Intelligent Sensing Environments), financiada por el VI Programa Marco de la I+D de la Unión Europea, señala los retos más importantes que hay que resolver para que esta tecnología pueda revolucionar nuestras vidas. “A diferencia de otras redes inalámbricas, en el caso de las redes de sensores la energía y capacidad de cómputo son extremadamente reducidas y existe la necesidad de que los nodos respondan a cambios de configuración y se auto-organicen de forma automática”, explica García Armada. “El ahorro energético – continúa - tiene impacto en la transmisión y establecimiento de rutas para el envío de la información, mientras que la reducida capacidad de cómputo complica aún más el problema, ya que las soluciones de cierta complejidad resultan inviables, al igual que ocurre - añade - con los algoritmos que garantizan la seguridad en este tipo de redes”.

Si se superan todas estas dificultades, en un futuro próximo tendremos múltiples nodos sensores a nuestro alrededor, en el hogar, la oficina e incluso en los dispositivos que llevamos, como el móvil, la PDA, el GPS, etc. Estos pequeños nodos, que pasarán inadvertidos, podrán intercambiar información sobre nuestro entorno y actuar en consecuencia para hacernos la vida más sencilla. “Puede resultar revolucionario, y no sólo por sus aplicaciones”, asegura esta Ingeniera de Telecomunicación: “También las comunicaciones cooperativas son en estos momentos un tema de investigación que puede cambiar el modo en que funcionan las redes de comunicaciones que conocemos actualmente”, concluye.

Por todo ello, las redes inalámbricas de sensores son una de las líneas de actuación del Centro de Innovación Tecnológica para la Seguridad de la UC3M, del que Ana García Armada es Directora Científica. Ella se dedica a desarrollar las tecnologías de transmisión en el enlace radio, que resultan de aplicación para múltiples situaciones que necesiten enviar datos a una velocidad importante, como por ejemplo video, que es uno de los contenidos que más demandan en técnicas de transmisión, puesto que hay que lograrlo con poco coste energético y computacional. Pero el tamaño de estas redes hace complicado su estudio teórico y en el laboratorio. “En algunas aplicaciones hay cientos o miles de dispositivos que pueden ser desplegados en posiciones aleatorias y que deben funcionar de forma autónoma el mayor tiempo posible y responder a cambios en la configuración debidos a fallos en algunos de los dispositivos”, explica la profesora García Armada, ayudándose unos a otros para que finalmente la información llegue a su destino.

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Fuente: UC3M
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