Un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) y la Universidad de Gotemburgo (Suecia) concluye que los regímenes democráticos producen más y mejor ciencia que los regímenes autoritarios y que generan más resultados a medida que se desburocratizan.
La hipótesis de la que partieron estos investigadores es que la burocracia es un arreglo institucional que funciona bien en los regímenes autoritarios, pero funciona peor en los regímenes democráticos. Para comprobarla, estudiaron la producción de ciencia por diversos estados contemporáneos, comparando muchas sociedades entre sí. Sus resultados confirman que las democracias producen más y mejor ciencia que los regímenes autoritarios, aunque su hallazgo va un poco más allá: “Encontramos que mientras que las dictaduras producen más ciencia si son más burocráticas, las democracias producen más y mejor ciencia a medida que se desburocratizan”, explica Remo Fernández Carro, del Departamento de Ciencia Política y Sociología de la UC3M. Esto ocurre, según los investigadores, porque el sistema político produce la confianza de los empleados públicos y en tal contexto las ventajas de una forma de organización rígida como el funcionarizado no compensan sus inconvenientes.
Modelos a seguir
Según esto, los países más productivos del mundo y los que producen la mejor investigación son aquellos como Suecia, Suiza o Israel, cuyos científicos públicos no son funcionarios al estilo weberiano, con carreras de por vida, jerarquías de mando y exámenes de acceso y rigurosas pautas de promoción. “Lo interesante de estos tres primeros actores es que representan sistemas socioeconómicos bastante distintos, lo que muestra que se trata de un tipo de política que pueden adoptar partidos políticos bastante diferentes”, comenta el profesor Fernández Carro.
El caso español presenta un modelo burocrático particularmente rígido para una democracia, según los investigadores. En este sentido es muy singular porque es un caso intermedio entre las democracias desarrolladas, con un régimen democrático relativamente joven pero con una organización burocrática heredada de la dictadura anterior, con un sistema científico que, en este aspecto, apenas ha acusado cambios. “De acuerdo a nuestro modelo –indican los investigadores– la rigidez en la forma de contratar a los científicos explica la mayor parte de la diferencia en la productividad científica española con respecto a la que esperaríamos que tuviera por su nivel de desarrollo y su gasto en investigación”.
La buena noticia, insiste el profesor de la UC3M, Remo Fernández Carro, es que tenemos ejemplos a seguir en todas las ideologías políticas que pueden ganar las elecciones. Y es que en el mercado de la ‘nueva gestión pública’ hay hortalizas para todos los paladares y entre los mejores ejemplos encontramos casos de todos los estilos de gobierno. En lo que más coinciden los países que podemos tomar como modelo es en que son democracias arraigadas en que los empleados públicos están relativamente a salvo del juego político y de los caprichos de los gobernantes, indican los investigadores, que piensan que una forma de afianzar la democracia española es, precisamente, cambiar a formas más sensatas de gestión del personal público. “Creo que si cambiamos la forma de administrar la investigación pública, igual que la educación superior, favoreceremos la cantidad y la calidad de nuestra investigación, pero también mejoraremos el gobierno en términos latos –concluye Remo Fernández Carro–. Es necesario y cada día más urgente”.
La investigación, publicada en la revista ‘Politics and Policy’ bajo el título “Political Regimes, Bureaucracy and Scientific Productivity”, ha recibido el premio al Mejor Artículo del año 2008 de esa publicación. Este galardón se entregará a los autores, Víctor Lapuente, de la Universidad de Gotemburgo, y Remo Fernández Carro, de la UC3M, en el próximo congreso de la Asociación Americana de Ciencia Política, que se celebra a principios de septiembre en Toronto (Canadá).
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