Desde el año 1945, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), celebra el Día Mundial de la Alimentación. Este año, su celebración se ve marcada por el impacto del cambio climático, la bioenergía y la crisis financiera, según anuncia la FAO.
En España, la FAO ha organizado hoy un acto bajo el lema de “La Seguridad Alimentaria Mundial: los Desafíos del Cambio climático y la Bioenergía” al que ha asistido la Ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino (MARM), Elena Espinosa quien ha subrayado que “se necesita con urgencia una nueva forma de pensar, un método, una nueva forma de hacer política que esté a la altura de la complejidad y de los retos a los que se enfrenta la humanidad”.
En el contexto de interrelaciones entre seguridad alimentaria, cambio climático, conservación de la naturaleza y uso de la energía, la Ministra ha destacado que “existe la obligación de diseñar las políticas nacionales y locales, así como de contribuir a que las políticas globales sean más eficaces”.
A los efectos del cambio climático se unen los de la crisis financiera en los países empobrecidos. “La crisis financiera mundial no debe hacernos olvidar la crisis alimentaria. La agricultura necesita atención de forma urgente y continua para lograr que el hambre y la pobreza rural pasen a formar parte de la Historia”, señaló el Director General de la FAO, Jacques Diouf, en la 34 Sesión del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO (CSA), que se celebrada del 14 al 17 de octubre.
El precio de los alimentos es la causa que en 2007 unas 75 millones de personas más sufran de hambre y pobreza. Según los expertos, la situación económica actual podría agravar la situación de más personas en los próximos años. “Los gobiernos deben evitar reducir las ayudas a la agricultura de los países en desarrollo y establecer medidas proteccionistas en el comercio como respuesta a la actual crisis financiera mundial”, destacó Diouf.
Para evitar los problemas del hambre en el mundo, “una conciencia colectiva global deberá construirse con respeto a las culturas locales y debería ser liderada por lo países que busquen tanto el bienestar propio como el de sus vecinos”, ha explicado Espinosa.