La población rural tailandesa que eligió al Gobierno actual no es ignorante y fácil de sobornar, tal como clama la oposición que hoy se manifiesta. Los campesinos de este país tienen una idea clara del funcionamiento del mercado y toman decisiones bien fundamentadas, según revela un estudio realizado por Lena Örnberg, historiadora de la economía de la Escuela de Economía y Gestión de Empresas de la Universidad de Lund en Suecia.
Los sucesos acontecidos en los últimos meses en Bangkok, Tailandia, han puesto de manifiesto la enorme división que impera en esa sociedad. El conflicto en curso muestra hasta qué punto la élite tradicional, a la que pertenecen compradores y asesores gubernamentales, determina la agenda política en la capital.
Por el contrario, en el distrito de San Sai, al norte de Tailandia, la relación de la población rural con esa élite, se caracteriza por la igualdad que por la dependencia. La igualdad crea unas bases sólidas para la cooperación, tanto formal como informal, gracias a la cual los granjeros de San Sai han tenido éxito a la hora de aprovechar las oportunidades que les ha brindado un mercado en crecimiento.
En el estudio, que incluye entrevistas a granjeros, Örnberg muestra como la estructura tradicional del campo está empezando a resquebrajarse. En su opinión, se trata de un fenómeno que probablemente esté sucediendo también en otras regiones además del área de Chiang Mai, donde está San Sai, y que, a largo plazo, puede tener un efecto positivo en todo el país.
"En una sociedad en la que hay flexibilidad y en la que las jerarquías no están demasiado claras, es más difícil que los individuos creen una posición de poder y exploten a los demás. En San Sai, por ejemplo, hay competencia entre los compradores y, de este modo, los agricultores tienen la posibilidad de cambiar de comprador si las condiciones no son las adecuadas", comenta Örnberg.
Las inversiones gubernamentales en la agricultura, que se iniciaron ya en 1.930, sentaron las bases para la relativa igualdad que hoy prevalece. Sin embargo, no es evidente que el desarrollo vaya a ser positivo simplemente porque el gobierno esté destinando fondos, ya que el proceso podría ser visto como una competición entre distintos grupos por la influencia y el poder.
En ese distrito al gobierno se le considera más un instrumento de apoyo más que de control, y aún hoy la cooperación entre éste y la población rural funciona bien. Las compañías, además, compiten por establecer negocios con los granjeros y no al revés, así que su posición frente a las primeras se ha fortalecido. De esta manera, los campesinos han podido beneficiarse del creciente mercado de las patatas.
"En San Sai, los granjeros gozan de un amplio margen para la negociación. Muchos de ellos son empresarios y aportan nuevas soluciones a los problemas. Esto puede suponer también que un mayor número de ellos escogerá permanecer en el sector agrícola, en lugar de buscar empleo en el sector servicios o en la industria", dice la historiadora.
La historia familiar de la propia Örnberg y su estrecha relación con el condado sueco de Blekinge la sitúa en un marco de referencia similar al de los campesinos de Sai Sai. “Los granjeros de Blekinge de los años 50 que tienen muchos puntos en común con los granjeros de San Sai hoy, y los procesos que se han puesto en marcha son similares”, explica. Su padre, cuenta, también cultivó patatas bajo contrato, aunque en aquel caso las patatas se utilizaban para obtener almidón.
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