El océano Atlántico almacena un 13% más de dióxido de carbono antropogénico (el generado por la actividad humana) de lo que se pensaba hasta la fecha. Es la conclusión de un estudio internacional en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que concluye que la cantidad de CO2 antropogénico presente en el Atlántico es de 54 gigatoneladas, en lugar de las 47 estimadas hasta ahora (cada gigatonelada son 1015 gramos). Es decir, que las mediciones obtenidas a finales del siglo XX estaban un 13% subestimadas. La investigación, que se enmarca en el proyecto CARBOOCEAN de la Unión Europea, se publica en la revista Biogeosciences.
El estudio se realizó en el océano Atlántico por su importante papel en la circulación oceánica global y por ser el océano que almacena mayor cantidad de CO2 respecto a su volumen total. Sin embargo, según el investigador del CSIC Marcos Vázquez, del Instituto de Investigaciones Marinas en Vigo, “las conclusiones son extrapolables a cualquier otro océano del mundo, por lo que la cantidad global de carbono almacenada podría ser mayor de lo estimado hasta el momento”.
Para estimar la cantidad de dióxido de carbono antropogénico, los investigadores aplicaron cinco métodos de análisis, combinando técnicas clásicas y modernas. Cuatro de estos métodos se basan en medidas de CO2 disuelto, salinidad, temperatura, nutrientes y alcalinidad en el agua del mar. El quinto se basa en estimaciones a partir de la presencia de CFCs (cloroflurocarbonos de uso industrial) en el océano. Se espera además que el análisis y comparación de los resultados sirva para detectar las carencias de cada método y mejorarlos.
La investigación, en la que además de los investigadores españoles han participado científicos franceses, estadounidenses y noruegos, se enmarca en el proyecto europeo CARBOOCEAN, cuyo objetivo es evaluar con precisión las fuentes y sumideros de carbono antropogénico en el océano desde 1800 (época en la que comienza la revolución industrial) y estimar qué podría pasar en un futuro.
Secuestro de carbono y cambio climático
El carbono antropogénico es todo aquel dióxido de carbono generado por la actividad humana: quema de combustibles fósiles, deforestación, cambios en el uso del suelo de forestal a agrícola, cementeras, etc. Parte de este dióxido de carbono que se emite a la atmósfera es más tarde ‘secuestrado’ por las plantas mediante la fotosíntesis, pero también por el océano. “Existe un intercambio continuo de captación y emisión de dióxido de carbono entre el océano y la atmósfera, en un estado de equilibrio dinámico, y a escala global el océano capta más CO2 del que emite”, explica Marcos Vázquez. “Este secuestro no es uniforme”, continúa el investigador del CSIC, “y así hay zonas más saturadas que otras”.
Este proceso tiene un potencial mitigador frente a los efectos del cambio climático, como el calentamiento global, aunque también produce efectos no deseados, como la disminución del pH del agua, lo que se conoce como ‘acidificación de los océanos’. “Este fenómeno, que se produce sobre todo en aguas superficiales, causa alteraciones de la actividad fotosintética de las praderas de fanerógamas marinas, así como en la reproducción de moluscos y equinodermos y dificultan la formación del exoesqueleto calcáreo (conchas, caparazones) de corales y moluscos”, aclara el científico.
En cualquier caso, la capacidad de almacenamiento de carbono por parte del océano cambia según los niveles de CO2 atmosféricos y la cantidad ya almacenada en los mares, lo que hace necesario conocer con precisión las cantidades presentes en el océano . Así, la cantidad global de carbono almacenada en todo el océano desde 1800 hasta nuestros días es de 147,5 gigatoneladas. Por término medio, en las últimas tres décadas, la cantidad de carbono se ha incrementado 2 gigatoneladas por año. “Conocer la cantidad de carbono antropogénico presente en los océanos es importante porque nos permite estimar cuánto más podría almacenar o cuánto tendríamos que reducir las emisiones de CO2 para minimizar el impacto antrópico y que no se produzcan efectos irreversibles no deseables a medio o largo plazo”, concluye Vázquez.
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Referencia bibliográfica:
M. Vázquez-Rodríguez, F. Touratier, C. Lo Monaco, D. W. Waugh, X. A. Padin, R. G. J. Bellerby, C. Goyet, N. Metz3, A. F. Ríos, and F. F. Pérez. Anthropogenic carbon distributions in the Atlantic Ocean: data-based estimates from the Arctic to the Antarctic. Biogeosciences, 6, 439-451, 2009. www.biogeosciences.net/6/439/2009/