El estudio abre grandes posibilidades para iniciar plantaciones en zonas de baja intensidad lumínica

La calidad del tomate depende más de la temperatura que de la luz natural

Un equipo de Neiker-Tecnalia, Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, ha cuestionado que la calidad de los tomates dependa principalmente de su exposición a la luz natural, y señala que el factor más determinante es la temperatura. El estudio ha sido desarrollado por el Departamento de Producción y Protección Agrícola de este instituto, y abre grandes posibilidades para iniciar nuevas plantaciones en zonas donde la intensidad lumínica es menor debido a las condiciones climáticas.

La calidad del tomate depende más de la temperatura que de la luz natural
Tomates. Foto: Tecnalia.

El hallazgo resulta especialmente interesante para zonas geográficas como la Cordillera Cantábrica en el norte de España, con nubosidad frecuente y una media de 140 días lluviosos al año, que podrían ser adecuadas para el cultivo de tomate en invernadero, a pesar de la escasa radiación solar.

El estudio evalúa los distintos indicadores de la calidad organoléptica (sabor y textura) y nutritiva, como la acidez, sólidos solubles, compuestos fenólicos, pH y contenido de vitamina C. Para ello, las tomateras han sido expuestas a una radiación fotosintética de entre un 30 % y un 50 % menor a la habitual en zonas soleadas del sur de la Península Ibérica, al mismo tiempo que se han estudiado otras tomateras con una exposición del 100 %. El cultivo se ha llevado a cabo en suelo, en un invernadero sin calefacción artificial, sombreado en una pequeña parte para que las corrientes de aire pudieran homogeneizar la temperatura dentro del mismo.

Los resultados ponen de manifiesto que la calidad organoléptica y nutritiva resulta muy similar entre las plantas expuestas a mayor o menor radiación solar. Otra conclusión del estudio abre la posibilidad de reducir los costes de calefacción, algo que los investigadores también están trabajando en países europeos como Holanda, a través de la selección de variedades de semillas que necesitan menos energía. Según Patrick Riga, responsable del informe, “se pueden reducir los gastos de calefacción y obtener la misma calidad en los tomates”; aunque, como desventaja, la producción es menor. En opinión de Riga, “los agricultores deben elegir entre la producción y la calidad".

Ahora los investigadores se centrarán en analizar cuánto se puede reducir la temperatura para disminuir el consumo de energía sin afectar a los parámetros de calidad. El hallazgo también podría aplicarse a otros tipos de frutas con alto valor nutricional, como fresas, pepinos, melones o sandías.

Fuente: Tecnalia
Derechos: Creative Commons
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