Científicos del Centro de Investigación del Cáncer, el Hospital Universitario y la Universidad de Salamanca han identificado alteraciones cromosómicas en el cáncer colorrectal asociadas a un mayor riesgo de desarrollar metástasis y, por lo tanto, una progresión de la enfermedad. Los resultados de esta investigación han sido publicados en la prestigiosa revista científica PLOS ONE.
"El mayor problema del cáncer de colon es que pueda desarrollar metástasis, principalmente, en el hígado", explica a DiCYT José María Sayagués, experto que dirige esta nueva investigación junto al profesor Alberto Orfao. "Un cáncer de colon no metastásico se aborda satisfactoriamente con cirugía, pero si aparecen metástasis hepáticas el pronóstico del paciente es significativamente peor".
Por eso, su grupo de investigación elaboró un "mapa de las alteraciones genéticas presentes en el cáncer de colon metastásico", un trabajo publicado anteriormente en el que se comprobó que ciertas anomalías se repiten con frecuencia en los tumores metastásicos .
De acuerdo con el trabajo anterior, en esta nueva investigación analizaron la evolución de 58 pacientes diagnosticados de cáncer colorrectal esporádico (no heredado), de los cuales 31 resultaron ser tumores no metastásicos y 27 tumores metastásicos.
Los resultados, publicados en la revista PLOS ONE, indican que altos niveles del antígeno carcinoembrionario (CEA, por sus siglas en inglés) junto con las anomalías en las regiones cromosómicas 17p11.2 y 22q11 pueden predecir la supervivencia en pacientes con cáncer colorrectal esporádico.
Según estos datos, los pacientes que cumplían con al menos dos de estos tres factores pronósticos adversos habían fallecido a los cinco años tras la cirugía, mientras que los pacientes que no presentaban ninguno de estos parámetros individuales se mantenían con vida tras este periodo de tiempo.
Validación externa adicional
Este estudio fue corroborado mediante una validación externa, para la que se emplearon datos procedentes de una base internacional con información de otra investigación realizada con 109 pacientes. Los resultados fueron idénticos y ratificaron las alteraciones clave encontradas por los científicos salmantinos.
Para los autores, gracias a este avance y teniendo en cuenta que el tumor primario ya muestra las mismas alteraciones genéticas que el tumor metastásico, en el momento del diagnóstico ya se podrían identificar distintos grupos de pacientes en función de la evolución que previsiblemente va a tener la enfermedad, lo que permitiría diseñar estrategias de tratamiento más adaptadas a cada grupo pronóstico.
Para poder hacerlo, un aspecto muy importante es la técnica que proponen los expertos. Para la identificación de las alteraciones en los cromosomas 17p y 22q han utilizado un chip de alta resolución, pero su alto coste resulta inasumible si se tuviera que hacer en cada paciente. Sin embargo, una vez identificada la alteración que se busca, se puede detectar mediante hibridación in situ fluorescente (FISH), una técnica que permite visualizar las regiones cromosómicas de interés mediante sondas que emiten fluorescencia. Esta técnica resulta muchísimo más barata y ya está en uso rutinario para la identificación de alteraciones cromosómicas en leucemias y linfomas.
El reto de encontrar los genes clave
La investigación supone una aportación importante para la lucha contra el cáncer de colon. Hasta ahora se sabía que determinadas alteraciones iniciales, claves para el desarrollo del tumor, están asociadas a mutaciones en el gen APC, localizado a nivel del cromosoma 5q. Dichas anomalías son muy frecuentes en fases de otras lesiones benignas como los pólipos.
En etapas posteriores (adenomas) se han identificado mutaciones a nivel del gen KRAS (localizado en 12p). No obstante, los genes responsables de la transformación maligna parecen ser TP53 y DCC, localizados en el cromosoma 17 y 18, respectivamente. Sin embargo, "no conocíamos las regiones cromosómicas implicadas en los procesos metastásicos a partir del tumor primario ", comenta Sayagués, por lo que con este trabajo se da un gran paso.
"Ahora que ya sabemos las regiones cromosómicas alteradas en este tipo de tumores y conociendo que esto conlleva la pérdida de genes supresores tumorales, nuestro interés se centra en identificar cuáles son esos genes y qué función tienen", una compleja tarea en la que ayuda la bioinformática. En la investigación se pudo comprobar que había anomalías en el cromosoma 17p, en el que se encuentra el gen TP53, pero también se comprobó que en esa misma región cromosómica se encuentran otros genes responsables del proceso metastásico, así como en el cromosoma 22q, que aparece perdido sólo en algunos casos metastásicos.
Referencia bibliográfica:
José María Sayagués, Alberto Orfao, María González-González, Luís Muñoz, Carlos Mackintosh, Celia Fontanillo, María Laura Gutiérrez, María del Mar Abad, Óscar Bengoechea, Cristina Teodosio, Emilio Fonseca, Manuel Fuentes, Javier de las Rivas. PLOS ONE.