Un equipo del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Bromatología de la Universidad de Salamanca está trabajando en el análisis de antioxidantes de aceites de coches y en los hidrocarburos que aparecen a medida que se va degradando. Su objetivo, que no sea necesario usar disolventes, algo "más sostenible".
"Los antioxidantes en los aceites de coche son unos aditivos que se añaden para preservar sus características, de manera que el proyecto trata de analizar el envejecimiento de esos aceites, ya que está muy relacionada con la calidad de los mismos", explica Miguel del Nogal, principal responsable del estudio.
"Lo que pretendemos es estudiar qué le ocurre a los antioxidantes con el tiempo, ya que van desapareciendo, y esto es una medida de la calidad", añade el experto.
Los investigadores pretenden estudiar también la aparición progresiva de otras sustancias que provienen de los carburantes y que también indican el estado de un aceite, serían hidrocarburos como el benceno, tolueno, etilbenceno y xilenos, entre otros. Se cree que estas sustancias provienen del combustible y van "ensuciando" el aceite. Así, una vez que desaparecen los antioxidantes y aparecen estos componentes, el aceite se va degradando.
La metodología de análisis que propone este grupo intenta reducir al máximo el tratamiento de la muestra, lo cual conlleva varios beneficios: se simplifica el proceso analítico, ya que la etapa de preparación de la muestra es la más larga y laboriosa, de manera que se reducen posibles errores y un ahorro de tiempo y dinero; asimismo, se eliminan los disolventes orgánicos que se tienen que emplear.
Sin disolventes orgánicos
"Vamos a poner a punto una metodología limpia que supone utilizar el menor número de reactivos posibles y que además generará menos residuos y minimizará los recursos energéticos que se van a emplear", señala Miguel del Nogal. Para ello, su grupo de investigación trabaja desde hace años con una técnica de preparación de muestras denominada generación de espacio de cabeza.
La muestra que se quiere analizar se introduce directamente en un vial, que se cierra herméticamente y se somete a una temperatura hasta que dentro del vial se alcanza un equilibrio entre la muestra y el aire que queda por encima. La preparación se reduce a introducir la muestra de aceite en el vial en lugar de usar disolventes orgánicos que después habría que eliminar.
En el espacio de cabeza quedan los compuestos volátiles y, al introducirlo en el sistema de análisis se puede ver la evolución de estos compuestos a lo largo del periodo de vida del aceite.
"Para introducir la muestra en el sistema, una vez generados los volátiles, tenemos el problema de que la concentración es baja y para poder detectarlos tenemos que concentrarlos. Para eso, usamos un inyector de temperatura programada, de manera que se enfrían y así se concentran usando CO2 líquido", explica.
"Toda la muestra que está en el espacio de cabeza se focaliza en un punto por enfriamiento y entonces se vuelve a calentar y están listos para introducirlos en el cromatógrafo y el espectómetro de masas", técnicas ya mucho más corrientes.
Más rapidez
La espectrometría de masas es una técnica de análisis que ayuda a determinar las sustancias que contiene un compuesto, especificando las cantidades en las que se encuentra cada una y su estructura; mientras que la cromatografía se basa en la separación de los componentes de una mezcla y su posterior detección.
"Vamos a intentar desarrollar una estrategia sin separación cromatográfica, pasando directamente del inyector de temperatura programada al espectrómetro de masas", explica Carmelo García Pinto, otro científico del proyecto. "Se trata de ver si tenemos información suficiente saltándonos un paso, porque estaríamos ganando mucho tiempo", apunta.