Los fondos oceánicos son fuente de exploración y explotación de los recursos minerales y representan el 50% de la superficie terrestre. Expertos nacionales e internacionales se reúnen hoy hasta el viernes en Madrid en el primer seminario europeo sobre Los fondos marinos: la nueva frontera para analizar los retos de la comunidad internacional y el marco jurídico y científico de este nuevo horizonte económico.
Aunque todavía falta la tecnología para hacer “viable económica y científicamente” la explotación “sostenible” de los recursos minerales de los fondos marinos, su desarrollo implica una “nueva frontera” y una rentabilidad económica y científica.
Hasta ahora, los retos y oportunidades de los fondos marinos se habían centrado en países en vías de desarrollo, pero “ningún país europeo ni Estados Unidos había abordado el tema en un seminario”, ha afirmado Jesús Silva, embajador de España en Jamaica y representante permanente de España ante la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISBA, en sus siglas inglés) durante el acto de inauguración celebrado en la Fundación Ramón Areces.
Petróleo, gas natural, hidratos de gas, nódulos de manganeso, costras ricas en cobalto, sulfuros masivos ricos en hierro, zinc, níquel, oro o cobre, son algunos de los recursos minerales que albergan los fondos marinos de los estados costeros y fuera de ellos en un área denominada “la zona”, de más de 260 millones de kilómetros cuadrados, y apenas explorada. Como la investigación en recursos marinos ha sido escasa y el desarrollo de la minería marina lento, el valor de estos recursos minerales marinos son todavía poco conocidos.
Según los expertos, la actual oscilación del mercado mundial pone de relieve la importancia de ampliar el conocimiento del lecho marino. Existe un consenso entre la comunidad científica sobre el potencial que ofrece la exploración de estos recursos, considerados “patrimonio común de la Humanidad” y regulados por la ISBA, que es un organismo creado hace diez años por la Convención de Naciones Unidas de Derecho del Mar, con sede en Kingston (Jamaica) y que cuenta con la cooperación de 170 países.
No obstante, ante la capacidad económica y científica de la exploración de los fondos marinos, surgen cuestiones medioambientales a partir de la experiencia de la explotación de la superficie terrestre. “No debemos hipotecar las generaciones futuras con la degradación medioambiental o un reparto poco equitativo entre país desarrollados y no desarrollados”, ha apuntado Silva, que será el presidente de la XVI asamblea de la ISBA en Jamaica del 27 de abril al 7 de mayo de 2010.
Según ha explicado Silva, en la asamblea se aprobará “el famoso código minero” para regular la exploración de las chimeneas de sulfuros polimetálicos en los fondos marinos. En estas áreas afloran metales como el oro, la plata y el platino y en ellas existen comunidades biológicas que viven en condiciones extremas. Esta normativa es interesante para España, porque recientemente se han descubierto en el Golfo de Cádiz y en el Mar de Alborán importantes campos de chimeneas y volcanes de gas.
La situación española
El seminario, organizado por la Fundación Ramón Areces y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), ofrece una oportunidad para concienciar a la comunidad científica y a la opinión pública sobre la necesidad de que España tenga un mayor protagonismo y actividad en un sector que representa una “nueva frontera” para el conocimiento científico y para los intereses estratégicos futuros de la economía mundial. “Es un segmento del que se va a profundizar”, ha declarado Raimundo Pérez-Hernández, director de la Fundación Ramón Areces.
“El compromiso de España está creciendo, y aprovecha la experiencia en el sector marítimo”, ha subrayado Nii Allotey, secretario general de la ISBA. Según Silva, España debe pensar en una estrategia nacional para posicionarse porque tiene “una autoridad cada vez mayor”, y ha sido “el primer país en contribuir en los fondos científicos para los programas de investigación científica”.
España, tradicional potencia marítima, tiene una especial responsabilidad en el fomento de la investigación científica en geología marina y en la exploración de los fondos oceánicos profundos, que coordina con países en vía de desarrollo. Además, impulsa infraestructuras a través de proyectos conjuntos.