La ivermectina es un fármaco antiparasitario poco conocido por el gran público hasta la semana pasada, cuando sus descubridores recibieron el premio Nobel de Medicina. Un nuevo estudio con participación española demuestra que al ingerir este fármaco a través de los excrementos del ganado, los escarabajos se quedan aturdidos, incapaces de encontrar alimento y pareja, o de esconderse de depredadores.
Los insectos que ingieren ivermectina, un antiparasitario muy utilizado en ganadería, pierden su capacidad para interactuar con el medio porque ven alteradas sus capacidades locomotora y sensorial, lo que podría explicar el declive que vienen sufriendo las poblaciones de estas especies de escarabajos.
Es la conclusión de un estudio liderado por el Centro Iberoamericano de la Biodiversidad de la Universidad de Alicante, en el que han participado investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), junto a un equipo de investigación multidisciplinar de varias universidades españolas y francesas. El trabajo, que aparece publicado en Scientific Reports, analiza el efecto de la ivermectina en las poblaciones de Scarabaeus cicatricosus, un escarabajo coprófago clave en los ecosistemas mediterráneos.
Considerada por la Organización Mundial de la Salud como un medicamento esencial, el uso de la ivermectina ha experimentado un crecimiento exponencial desde su descubrimiento en 1981 hasta convertirse en un tratamiento estándar contra los parásitos, incluso en humanos. Este fármaco es un derivado de una sustancia producida por una bacteria del género Streptomyces, al que también pertenecen otras bacterias productoras de antibióticos.
Se quedan "como muertos vivientes"
Estudios anteriores sugerían que las dosis administradas de este antiparasitario no producían mortalidad en los insectos que consumen las heces de los animales tratados. “Con esta investigación hemos detectado cómo concentraciones de ivermectina menores a las que pueden observarse en el campo alteran radicalmente el comportamiento de los escarabajos, que quedan aturdidos, como muertos vivientes, impidiéndoles realizar con normalidad tareas biológicas sencillas como encontrar alimento, pareja o esconderse de depredadores”, explica el investigador del MNCN Jorge M. Lobo.
“Estos resultados pueden ayudarnos a entender el declive en las poblaciones de estas especies que varios investigadores ya detectaron hace tiempo. La disminución del censo de estas especies supone, además de un problema para la gestión de los pastizales, una pérdida irreparable de la biodiversidad de los ecosistemas mediterráneos y una alerta sobre los efectos desconocidos, pero graves, que podríamos estar causando con la contaminación debida al abuso de productos farmacéuticos”, continúa Lobo.
Para este trabajo los investigadores han utilizado por primera vez técnicas de electroantenografía, olfatometría y sensores de fuerza capaces de ofrecer medidas de potencia muscular y aptitud sensorial de los insectos. “Estas técnicas nos han permitido abordar el análisis desde una nueva perspectiva y obtener una visión más completa de los efectos de la ivermectina”, afirma el investigador.
Referencia bibliográfica
Verdú, J.R., Cortez, V., Ortiz, A.J., González-Rodríguez, E., Martínez-Pinna, J., Lumaret, J.P., Lobo, J.M., Numa, C. & Sánchez-Piñero, F. 2015. Low doses of ivermectin cause sensory and locomotor disorders in dung beetles. Scientific Reports 5: 13912. DOI: 10.1038/srep13912