Un nuevo estudio con participación española sugiere que la tasa de calentamiento global que obtendríamos al duplicar el dióxido de carbono atmosférico estaría por debajo de las estimaciones más alarmantes de algunos estudios previos. De hecho, la investigación estima que sería menos grave de lo que predijo el informe de 2007 del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
Los autores del estudio afirman que el calentamiento global es una realidad y que el aumento de CO2 atmosférico tendrá varias consecuencias graves. Sin embargo, las previsiones más severas sobre los aumentos de la temperatura por la duplicación del nivel de CO2 serían poco probables.
“Es una cuestión probabilista. Disminuimos sobre todo la probabilidad del máximo de temperatura alcanzable. Nuestro estudio dice que es menor de lo que dice el IPCC y el calentamiento más probable también sería un poco menor”, declara a SINC Antoni Rosell Melé del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, que es coautor del estudio.
En 2009, Rosell y un consorcio internacional de científicos publicaron en la revista Nature Geoscience una compilación actualizada de las temperaturas marinas del último período glacial. A partir de este mapa de temperaturas superficiales, y con un modelo climático, se ha realizado este trabajo de modelización de donde se obtienen las conclusiones que publica la revista Science.
“Lo más novedoso del estudio es el acoplamiento de un modelo climático sencillo, pero de última generación, que incluye una variedad de factores que pueden influenciar al clima y que saca provecho de estas bases de datos de compilaciones de temperaturas del mar, y también terrestres, para poder acotar cuál sería la variabilidad y la respuesta del clima al CO2 en relación a la temperatura”, explica el investigador.
Andreas Schmittner, investigador de la Universidad del Estado de Oregón (EEUU) y autor principal del artículo afirma: “Muchos estudios anteriores sobre la sensibilidad climática solo han mirado al pasado desde el año 1850 hasta la actualidad, pero no han integrado completamente datos paleoclimáticos, especialmente a nivel mundial”.
La Edad de Hielo no fue tan fría
La reconstrucción de las temperaturas de esta investigación tiene una cobertura espacial mayor y demostró un menor enfriamiento durante la Edad de Hielo que la mayoría de las investigaciones previas.
“Los estudios que se basan en datos que se remontan solo a 1850 se ven afectados por grandes incertidumbres en los efectos del polvo y otras partículas pequeñas del aire que reflejan la luz del sol y pueden afectar a las nubes, fenómeno conocido como ‘forzamiento de aerosoles’, o por la absorción del calor por parte de los océanos”, señala la investigación.
Para disminuir el grado de incertidumbre, el equipo dirigido por Schmittner utilizó un modelo climático con más datos. Compilaron reconstrucciones de temperaturas de superficie terrestre y oceánica del Último Máximo Glacial y crearon un mapa global con esas temperaturas.
“Durante este periodo, el CO2 atmosférico era aproximadamente un tercio inferior al nivel que existía antes de la Revolución Industrial y los niveles de metano y de óxido nitroso eran mucho más bajos. Debido a que muchas de las latitudes del norte se encontraban cubiertas de hielo y nieve, los niveles del mar eran más bajos, el clima era más seco (menos precipitaciones) y había más polvo en el aire”, apuntan.
Todos estos factores, que contribuyeron al enfriamiento de la superficie de la Tierra, se incluyeron en las simulaciones del modelo climático. Los nuevos datos cambiaron la valoración de estos modelos en muchos sentidos.
Modelos de alta y baja sensibilidad climática
Los modelos climáticos de alta sensibilidad (más de 6 grados) sugieren que los bajos niveles de CO2 atmosférico durante el Último Máximo Glacial tendrían como resultado un ‘efecto arrollador’ que habría dejado a la Tierra cubierta de hielo completamente. “Obviamente, eso no sucedió”, afirma el científico.
Según la investigación, a pesar de que la Tierra estuvo entonces cubierta por mucho más hielo y nieve que hoy en día, las capas de hielo no se extendieron más allá de latitudes de unos 40 grados y los trópicos y subtrópicos se encontraban en gran medida sin hielo, con excepción de las alturas elevadas.
Por otro lado, los modelos con baja sensibilidad climática (menos de 1,3 grados) subestimaron el enfriamiento en casi todo el mundo durante el Último Máximo Glacial. “Los niveles de incertidumbre pueden haberse subestimado porque las simulaciones de los modelos no tuvieron en cuenta la forma en la que las nubes reflejan la luz solar”, afirmó Schmittner.
Para los científicos, la reconstrucción de las temperaturas superficiales terrestres y marítimas de hace 21 000 años es una tarea compleja. “Cuando observamos los datos paleoclimáticos por primera vez, me quedé sorprendido por el escaso enfriamiento del océano”, aseguró el experto. De media, el océano era solo 2ºC aproximadamente más frío de lo que es hoy, aunque el planeta era completamente diferente: enormes capas de hielo en el Norte de América y el norte de Europa, más hielo y nieve marinos, diferente vegetación, niveles del mar más bajos y más polvo en el aire.
“Pueden esperarse cambios drásticos sobre la tierra, sin embargo, nuestro estudio demuestra que todavía estamos a tiempo para evitar que esto suceda si realizamos un esfuerzo coordinado para cambiar rápidamente el rumbo", concluye Schmittner.
Referencia bibliográfica:
Andreas Schmittner, Peter Clark, Alan Mix, Nathan Urban, Jeremy Shakun, Natalie Mahowald, Patrick Bartlein, Antoni Rosell Melé. "Climate Sensitivity Estimated From Temperature Reconstructions of the Last Glacial Maximum". Science, 24 de noviembre de 2011.
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