El águila perdicera: nuevos resultados para mejorar la conservación de una especie amenazada en toda Europa

¿Cuál es la extensión de los territorios del águila perdicera? ¿Machos y hembras comparten territorios? ¿Hacen un uso del espacio diferente a lo largo del año? Un estudio liderado por el Equipo de Biología de la Conservación de la Universidad de Barcelona da respuesta a algunas de las incógnitas sobre el uso del territorio en Cataluña del águila perdicera o águila-azor perdicera (Aquila fasciata), una especie emblemática del área mediterránea y amenazada en todo el ámbito europeo. El estudio, publicado en la revista internacional The Ibis, aporta datos sobre el uso del espacio de esta especie, con información inédita sobre su ecología, y servirá para establecer estrategias de conservación del territorio y de gestión de esta especie amenazada.

El águila perdicera: nuevos resultados para mejorar la conservación de una especie amenazada en toda Europa
El águila perdicera es un animal emblemático del área mediterránea. Foto: UB.

«La visión clásica de proteger sólo las áreas de cría es insuficiente ―apunta el profesor Joan Real, jefe del Equipo de Biología de la Conservación―. Habría que proteger también las áreas alejadas de los nidos que son óptimas para la caza, pues son clave para la supervivencia de los individuos territoriales». El artículo, que revela cómo las águilas utilizan áreas de gran valor biológico y que a menudo no disponen de ningún tipo de protección, cuenta con el apoyo de la Diputación de Barcelona y el Ministerio de Educación y Ciencia.

En el trabajo, el equipo de la UB ha estudiado dieciocho ejemplares de águilas por radioseguimiento en tres áreas geográficas diferenciadas (El Vallès, El Garraf y El Priorat), desde 2006 hasta 2008. El objetivo es dar respuesta a cuestiones todavía desconocidas sobre la biología y la ecología de la especie: extensión de los territorios explotados, distancias recorridas, diferencias en el uso del territorio entre machos y hembras, y entre parejas con o sin crías, entre otros aspectos. Todo apunta a que el águila perdicera tiene un patrón del uso del territorio que es típico de la especie. Machos y hembras, según los resultados, ocupan superficies similares a lo largo del año. Cuando no es época de cría, las águilas explotan territorios más extensos, y las parejas no reproductoras se mueven en territorios de grandes dimensiones (como las parejas reproductoras fuera de la época de cría).

El estudio pone de relieve la gran territorialidad de las águilas, en especial en las áreas de cría. «El águila es un animal muy vinculado al área de cría durante todo el año. Fuera de la época de cría, las áreas de nidificación también son importantes, ya que a menudo las águilas las utilizan para descansar, refugiarse y dormir. Por ello, las regulaciones de conservación de las áreas de cría no se tendrían que tener en cuenta únicamente durante el periodo de reproducción, sino durante todo el año; por ejemplo, deberían regularse las actividades de ocio que causan molestias a las águilas», subraya Joan Real.

¿Qué factores determinan el reclutamiento del águila perdicera?

¿Dónde y cuándo se reclutan las águilas? ¿Vuelven al lugar donde han nacido? ¿Cuáles son los territorios más atractivos para los ejemplares que se reclutan? El reclutamiento es el proceso por el cual los individuos se incorporan a la fracción reproductora de la población, y los factores que lo determinan son poco conocidos en aves. The Auk, una de las revistas con más impacto en ornitología, ha publicado otro estudio del equipo de la UB y otros expertos, centrado en movimientos interpoblacionales y en el reclutamiento del águila perdicera en Cataluña y Francia. «El reclutamiento es un aspecto básico del ciclo de vida y determina en gran medida la dinámica de las poblaciones de aves», afirma el investigador Antoni Hernández-Matías, del Equipo de Biología de la Conservación y primer firmante del estudio. «Un aspecto clave en la dinámica de una metapoblación es conocer el intercambio de individuos entre poblaciones locales, que están determinados por el destino de los pájaros reclutados y su supervivencia. Éstas son cuestiones que hemos abordado en este trabajo de investigación», explica Hernández-Matías.

En el continente europeo, las poblaciones más importantes de águila perdicera se encuentran en la península Ibérica y en el sureste de Francia. Para hacer el estudio publicado en The Auk, el equipo de la UB ha hecho un intenso trabajo de campo desde 1980 hasta 2007, con la individualización de 451 polluelos. «Las grandes rapaces son difíciles de estudiar: son animales de larga vida, territoriales, y se dispersan en áreas extensas», apunta Hernández-Matías. En palabras de este investigador, «en el estudio hemos comprobado que las águilas se incorporan como individuos reproductores a la población de manera tardía, y que la tasa de retorno global, del 9,97 %, es relativamente baja, probablemente a causa de una elevada mortalidad durante el periodo de dispersión».

¿Qué factores determinan el reclutamiento de las rapaces? El proceso depende de la compleja interconexión entre los factores individuales, las características paternas y los escenarios medioambientales. «En el estudio constatamos que el reclutamiento depende del año de nacimiento, de la calidad de los progenitores y del territorio de origen, entre otros factores ―apunta Hernández-Matías―. La mayoría de los movimientos interpoblacionales suelen darse desde que las águilas vuelan del nido de nacimiento hasta que son reclutadas en un territorio. Son movimientos que permiten conectar diferentes poblaciones locales, y que en el caso del águila perdicera son esenciales para mantener algunas poblaciones locales de esta especie amenazada». El estudio también asegura que las hembras se dispersan más lejos que los machos y que, en el caso de Cataluña, lo hacen a más distancia que las hembras de las poblaciones francesas.

El estudio, que cuenta con el apoyo de la Fundación Miquel Torres, aporta nuevos elementos de análisis para poder evaluar la viabilidad de las poblaciones, y apunta que las poblaciones están interconectadas, más allá de las fronteras geográficas. «No tiene ningún sentido gestionar las poblaciones de manera aislada ―explica Joan Real―. Las especies amenazadas no tienen fronteras, y las acciones de conservación suelen hacerse en el ámbito local. Si queremos garantizar una mejor supervivencia de ésta y otras especies, habría que unificar estrategias de conservación entre todos los agentes y las áreas implicadas».

¿La dieta del águila perdicera es indicadora de los cambios en los ecosistemas?

Sobre las estrategias de consumo de presas del águila perdicera no hay mucha información científica. El perfil trófico del águila perdicera es analizado por primera vez en un artículo del Journal of Biogeography firmado por los expertos de la UB y otros investigadores de España, Francia y Portugal. Dicho artículo analiza la dieta del águila perdicera en diversas regiones europeas desde 1968 hasta 2006, y estudia la variación de su dieta a raíz del impacto de la enfermedad hemorrágica del conejo (RHD, en sus siglas inglesas), aparecida por primera vez en 1988.

Según este estudio, que tiene como primer firmante a Marcos Monleón, de la Universidad de Granada, la presa más consumida por las águilas antes de la entrada del RHD era el conejo, seguido por las palomas y las perdices. Sin embargo, mientras que en las zonas meridionales el conejo y la perdiz eran las presas más capturadas, en las áreas septentrionales, probablemente por la escasez de estas dos presas, las águilas ampliaban el abanico de presas y consumían también palomas y otros pájaros. Posteriormente, cuando el virus de la enfermedad hemorrágica del conejo llegó a Europa, en 1988, y se extendió por el territorio peninsular, el consumo de conejo disminuyó un 30 %, y las águilas diversificaron la dieta, capturando otros mamíferos, palomas, córvidos y otras aves. Esta situación, junto con el hecho de que, proporcionalmente, las águilas siguen capturando más conejo de lo que hay en el medio, pone de relevancia la importancia de esta especie-presa en las águilas y, por lo tanto, que el conejo es una especie clave. La aparición de nuevas presas en la dieta de las águilas tras la aparición de la enfermedad del conejo, como las gaviotas, las palomas domésticas o los estorninos, de origen antropogénico, que además pueden aportar patógenos, contaminantes y ser muy poco rentables energéticamente indica cómo la aparición de nuevas enfermedades puede alterar las relaciones tróficas y la estabilidad de los ecosistemas. El reto ahora es conocer de qué manera estos cambios pueden afectar al ciclo de vida de las águilas y a sus poblaciones.

Desde 1980, el Equipo de Biología de la Conservación de la UB tiene como objetivo la investigación aplicada a la conservación del águila perdicera (Aquila fasciata) para que los gestores y responsables de la conservación puedan aplicar medidas de conservación eficientes, y recibe el apoyo de la Fundación Miquel Torres, de Vilafranca del Penedès. Los trabajos científicos más recientes del equipo investigador se expusieron en la conferencia anual de la Raptor Research Foundation, en Pitlochry (Escocia), un congreso internacional en que participan algunos de los científicos más prestigiosos del mundo en el campo del estudio de las aves rapaces y de su conservación.

Fuente: UNIVERSIDAD DE BARCELONA
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