El 41% de los europeos gasta al menos dos horas en ir y volver del trabajo y un 29% pasa más de 60 noches al año fuera de casa por motivos laborales. Pero, aunque muchos están dispuestos a realizar largos desplazamientos a diario para cumplir con las exigencias del trabajo, pocos desean abandonar su región. La movilidad dificulta además la tarea de ser padre y refuerza los papeles tradicionales de la pareja: si el padre se desplaza, la madre suele asumir la mayor parte del trabajo doméstico y el cuidado de los hijos.
Éstas son las conclusiones de un estudio financiado con fondos comunitarios en el marco del proyecto “Movilidades Laborales y vidas familiares en Europa” en el que fueron encuestadas siete mil personas en edad laboral en seis países europeos.
Alrededor de la mitad de los encuestados se clasificó como “móvil” de alguna forma, bien ahora o en el pasado, y para alrededor del 20%, la movilidad no es una elección personal, sino su única salida para ganarse la vida.
La forma más común de movilidad son los desplazamientos al trabajo de larga distancia, y un 29% afirmó que pasaba más de sesenta noches al año fuera de casa por motivos de trabajo por motivos como viajes de negocios, vuelta al hogar los fines de semana y trabajo por temporadas. Tan sólo el 14% se había trasladado a otra región de su país por razones laborales, mientras que el 3% había trabajado en el extranjero temporalmente y el 2% había emigrado.
El estudio señala que quienes poseen título académico tienen más probabilidad de trasladarse que quienes carecen de él, los jóvenes son más móviles que los mayores, y son muy pocos los casos de mujeres “móviles”. Mientras que los jóvenes y quienes poseen estudios universitarios se muestran más dispuestos a trasladarse, los trabajadores de más edad y quienes carecen de titulación suelen preferir permanecer en su región e ir y volver al trabajo.
El efecto de la movilidad en la paternidad
“La movilidad laboral suele ser difícil de compaginar con las tareas paternas o maternas”, afirma el coordinador del proyecto, el profesor Norbert Schneider de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz (Alemania). El incremento de esta movilidad puede disuadir a las mujeres de tener hijos”. Según el estudio, las mujeres sin hijos que se desplazan por motivos laborales no suelen decidirse a tenerlos.
Además, el hecho de que la movilidad fomenta la continuidad de los papeles tradicionales en la pareja sitúa la movilidad en conflicto con la igualdad entre los sexos. “Los responsables políticos deben mitigar estas consecuencias negativas de la movilidad”, señala Schneider.
“Vivimos una época en la que cada vez se exige más la movilidad profesional, y es responsabilidad de los políticos y las empresas el desarrollar nuevas estrategias que, por un lado, fomenten dicha movilidad entre los europeos y, a la vez, mitiguen las consecuencias negativas que lleva aparejadas”, aduce el investigador. Los políticos podrían, por ejemplo, mejorar las infraestructuras de transporte para reducir los tiempos de desplazamiento y mejorar el acceso a los centros que se hacen cargo de los hijos, para hacer más fácil el compaginar el cuidado de los hijos con la movilidad laboral.
Las empresas podrían poner de su parte para no exigir desplazamientos innecesarios y permitir a sus empleados un horario más flexible o que trabajen desde casa, concluyó.
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