La Real Sociedad de Química (RSC por sus siglas en inglés) ha realizado una encuesta en la que se estudian los hábitos de ducha en cuatro países de Europa Occidental: España, Francia, Reino Unido y Alemania. Según el informe de la RSC, ducharse durante más de dos minutos es una práctica equivocada. Las mujeres británicas resultan "especialmente culpables" por derrochar agua y no prestar atención a los contaminantes.
El estudio, parte de la campaña de la RSC sobre el suministro y calidad de las aguas a nivel internacional, revela que la ducha entre los adultos de Europa Occidental suele durar de dos a cinco minutos. “Tendríamos que ser capaces de ducharnos perfectamente en un par de minutos; todos hemos oído de gente que está en la ducha durante media hora, lo cual es absurdo y totalmente carente de moderación”, comenta Richard Pike, presidente de la RSC.
Tal y como expone el informe de la RSC, sólo al 35% de los hombres británicos les preocupa los contaminantes, en comparación con casi los dos tercios de mujeres españolas a las que sí les preocupa. Las mujeres británicas son especialmente culpables por derrochar agua y no prestar atención a los contaminantes. Asimismo, a los hombres británicos no les preocupan los posibles contaminantes que se van por el desagüe.
En general, los adultos de Francia y España son los que mostraron el mayor nivel de preocupación sobre los contaminantes que se arrastran con el agua durante la ducha, siendo la proporción de ‘muy o bastante preocupados’ superior a la de Inglaterra o Alemania.
El informe hace hincapié en la necesidad de investigar los efectos de los contaminantes arrastrados desde los desagües hasta el sistema de aguas residuales. Según el presidente de la RSC, “es bochornoso que los británicos aparezcan como el perfecto usuario de la ducha cuando se trata de preocuparse por el agua. Somos una isla rodeada de agua y atravesada por ríos, pero también densamente poblada”.
“Tenemos que captar el mensaje crítico de que el agua es un recurso preciado y que en años venideros se va a convertir en un bien cada vez en más escaso. Podemos ahorrar enormes cantidades de agua utilizando menos cantidad cuando nos lavamos, sin comprometer la higiene”, concluye Pike.
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